Del monacato budista al
sacerdocio católico
Autor: Zenit | Fuente: Zenit
Atraído por «la belleza del perdón, la alegría de servir a los demás» y la salvación de Jesús Resucitado, Nihal Ranatunga emprendió el camino al cristianismo.
El Pontificio Instituto
de Misiones Extranjeras (PIME), a través de su agencia «AsiaNews.it», ha
difundido el testimonio de la conversión de este religioso camilo, que
inicialmente estudiaba para ser monje budista.
«El sufrimiento no me ha faltado nunca, pero en cierto momento, sin que yo
sepa aún cómo ni por qué, hallé la alegría y la riqueza de la fe y del
sacerdocio», admite el padre Ranatunga, de 45 años.
Nació cerca de la capital de Sri Lanka –Colombo–, en Ragama. Su origen es
cingalés. Nihal era su nombre antes del bautismo. Quinto de seis hermanos,
creció en una familia budista y muy pobre; pronto faltó su padre.
Desde la adolescencia Nihal sintió el deseo de hacerse monje en el ámbito de
su credo. «Tras la muerte de mi padre –recuerda– mi familia ya no podía
mantenernos a todos y me llevaron al pueblo de Ekala, a una familia católica
que me acogió para servicios domésticos».
«En Ekala empecé a buscar al Señor; iba a escondidas a la parroquia local,
dedicada a San Maximiliano [Kolbe]; sencillamente tenía curiosidad, sentía
bienestar cuando estaba entre aquellos muros y después de algún tiempo me
encontré, con estupor, rezando a la Virgen», admite.
El sacerdote reconoce que habla de «estupor» porque, cuando todavía
estudiaba para ser monje budista, experimentaba «total aversión al
cristianismo».
Poco a poco Nihal empezó a hacer amigos, a ir a misa; pero tenía muchas
dudas: «no entendía quién era este Dios de los cristianos, pero seguí yendo
a la iglesia sin hacerme demasiadas preguntas».
«No sé decir con exactitud qué me llevó al cristianismo desde el budismo
–prosigue–, de alguna manera me siento elegido: instintivamente empecé a
orar y la fe, como el amor, nace también sin explicación».
«Del cristianismo me atraía la belleza del perdón, la alegría de servir a
los demás. En el budismo debes buscar solo tu salvación y no tienes
garantías de obtenerla, mientras que para nosotros, los cristianos, la
salvación es Jesús resucitado –puntualiza–. En los momentos de dolor esto te
ayuda a tener fuerza».
Después de cinco años volvió a su hogar, a Ragama; tras seis meses de
catequesis pidió el bautismo. Desde ese momento el camino al sacerdocio se
hizo más bien cuesta arriba. La vocación fue inmediata, pero problemas de
salud y encuentros equivocados obstaculizaron el camino del joven cingalés.
Perseverando en su llamada, llegó a Italia en 1992. En San Giovanni Rotondo
conoció a las religiosas y sacerdotes de la Orden de San Camilo, «atraído
por la cruz roja que llevan, por el símbolo de la completa dedicación a la
asistencia de los enfermos».
A los dos años ingresó en el seminario; a continuación, perdió un ojo en un
accidente. «En cualquier caso, seguí estudiando ocho años, hasta que fui
ordenado sacerdote en julio de 2004, una satisfacción enorme», subraya el
padre Maximiliano, nombre que Nihal había tomado en su bautismo, dado que su
conversión se había iniciado en una parroquia dedicada al santo mártir de
Auschwitz.
Su recuerdo más bello es la celebración de la primera misa en Sri Lanka, en
la parroquia de San Judas Tadeo. Acudió toda su familia, incluso su hermano
mayor, que había sido el más contrario a su conversión. Igualmente estuvo
presente en el rito el monje del templo local en un clima de fiesta y de
armonía.
Actualmente el padre Maximiliano N. Ranatunga es uno de los seis capellanes
del hospital de San Camilo en Roma (Italia) y atiende pastoralmente también
a la comunidad de compatriotas presentes en la Ciudad Eterna. Su sueño: «Que
los camilos abran su primera casa en Sri Lanka».
La población de la isla del subcontienete indio es de casi 20 millones de
habitantes: el 70% es budista, el 15% hinduista, el 8% cristiano y el 7%
musulmán. Está formada por cingaleses –la mayoría budistas- y la minoría
tamil –hinduistas–.
Originario de Bucchianico (Chieti, Italia), San Camilo de Lelis (1550-1614)
es patrono de enfermos y hospitales. Llegó a servir a los enfermos con el
mismo afecto con el que una madre sirve a su único hijo enfermo.
La Orden que fundó –los religiosos camilos– actualmente está presente en 35
países de los cinco continentes; su labor es especialmente significativa en
el Tercer Mundo.
Los religiosos camilos son más de 1.100 en 156 comunidades; administran 180
obras asistenciales y formativas: hospitales, residencias, clínicas, centros
de rehabilitación psico-física, casas de acogida, universidades y centros de
formación profesional, de humanización y de escucha.