Autor: Germán Sánchez
La llamada de Dios
La "pre-llamada" puede darse de distintas maneras y corresponderá a la estrategia vocacional que cada Congregación y cada animadora vocacional haya elegido.
a. "La pre-llamada".
"La vocación será siempre un misterio de Dios que hay que develar con
paciencia, e ir interpretándolo en cada uno de los que tienen o pueden tener
el don de la vocación. Actuar sin prisa, pero sin pausa, tener paciencia,
pero, de ningún modo, cruzarse de brazos; apretar y exigir pero no ahogar;
saber respetar la hora de Dios"1.
Indudablemente la vocación es un don de Dios y sólo a Él le corresponde
hacer el llamado. Hemos señalado sin embargo que Dios se vale de muchos
medios para llamar a sus elegidos. En las vocaciones ordinarias, las causas
secundarias son las elegidas por Él para llamar: ambiente de cosas (campo,
ciudad, situación económica...); ambiente de los hombres (papás, hermanos,
parientes, amigos, compañeros de escuela, de deportes, profesores,
encuentros fortuitos, situaciones inesperadas, circunstancias
ordinarias...); las dotes de la candidata, inteligencia, voluntad.
Dentro de estas causa s secundarias, Dios bien puede valerse de la animadora
vocacional, si ésta se presta y se ciñe a la voluntad de Dios. Debemos
superar aquel silogismo (¿o sofisma?) que en épocas pasadas permeaba ciertos
ambientes religiosos y que más o menos podríamos sintetizar de la siguiente
manera: como la vocación es un don de Dios, Él es el encargado de enviar las
vocaciones, por lo que a nosotros nos toca solamente rezar para que "el
obrero envíe operarios a su mies". Hacer más, en la opinión de algunos,
sería tanto como tentar a la Providencia o invadir la esfera de la
individualidad y la libertad de las personas. Debemos por tanto, según
ellos, esperar a que las vocaciones toquen a las puertas de los conventos.
Y estando así las cosas muchas comunidades se han quedado esperando a que
tocaran a la puerta esas vocaciones y ahora se han dado cuenta que se están
quedando solas. Una respuesta que han dado ha sido que los tiempos no son
los propicios y que si Dios quiere, Él lo arreglar á todo. No es éste el
lugar para hacer un análisis de la realidad, pero cabría hacernos la
pregunta si en verdad Dios siempre quiso que los conventos se quedaran
vacíos o si en verdad quería era el trabajo de las personas...
Suscitar las vocaciones no es ponerse en lugar de Dios para hacer nacer una
vocación, ni tampoco es invadir la conciencia de la candidata, destruyendo
su libertad. Suscitar una vocación es crear las condiciones adecuadas para
que Dios llame, preparar las causas secundarias propicias para que llegue,
para que se dé el llamado. ¿Van a nacer las vocaciones en ambientes laicos y
alejados de la Iglesia como pueden ser la familia, la escuela, el grupo de
amigos? No, a menos que se dé una vocación extraordinaria las cuales,
ciertamente, no abundan en nuestros días. Por lo tanto, junto con la oración
conviene realizar una adecuada acción pastoral para suscitar las vocaciones,
lo cual se inserta en el plan de Dios y bien podemos sintetizarlo como "pre-llamada".
Esta "pre-llamada" puede darse de distintas maneras y corresponderá a la
estrategia vocacional que cada Congregación y cada animadora vocacional haya
elegido. Hay que anotar que estas estrategias quedarán en la mente de las
candidatas grabadas como acontecimientos singulares u ordinarios y que
muchos de ellos quedarán almacenadas en la memoria, simplemente como
anecdóticos, o incluso quedarán eliminadas totalmente en la mente o recuerdo
de ellas. No debemos olvidar que estas acciones tienden a crear un ambiente
propicio para el cultivo de la vocación, para crear sencillamente de un
ambiente cristiano, núcleos de vida cristiana. Sin embargo, Dios también
puede valerse de esas causas secundarias para suscitar una vocación, bien
sea a través de la actividad en cuanto tal, bien sea a través del ejemplo de
las personas, del ambiente creado, de algunas circunstancias. Conviene
siempre tenerlo presente para no desalentarnos en la labor de sembrado, pues
cuando se tira la semilla al surco no se ve en forma inmediata el fruto. Es
el momento de sembrar, es el momento de lo que hemos llamado la "pre-llamada",
que en la psicología de la respuesta vocacional tiene una importancia
capital, pues será el inicio de una vocación.
Conviene resaltar el valor del recuerdo. No será la acción en cuanto tal la
que haya que realzar en el momento de comenzar el cultivo de la vocación.
Será el valor del recuerdo. Si una chica es capaz de recordar el ejemplo de
una religiosa, siempre alegre y activa en el momento de la catequesis, o el
ambiente de caridad y alegría que vivió en una colonia de verano ayudando a
los hijos de emigrantes, o la satisfacción experimentada ayudando a
desempolvar la biblioteca de una comunidad religiosa, no es importante el
ejemplo de la religiosa, la colonia de verano o la biblioteca empolvada,
sino la interpretación que da a ese hecho, ya la resonancia interna y la
capacidad de permanencia que ese hecho ha tenido en su vida.
¿C uántas chicas no han ido a una colonia estiva y no recuerdan más que las
picaduras de animales? La capacidad de recordar, de evocar y de darle un
significado particular pertenecen ya a una llamada especial de Dios. La "pre-llamada"
será el conjunto de causas secundarias que almacenadas en la memoria saldrán
a flote en un preciso momento con un significado muy especial para cada
persona. Algunos autores de la vida espiritual llaman a este conjunto de
causas secundarias "<>: señales del amor de Dios que iluminan una
vocación"2.
b. ¿Cómo se manifiesta la llamada?
Cuando la joven manifiesta una inquietud vocacional, no pensemos que lo
manifestará claramente. Suponemos una cierta sensibilidad que le hace
percibir "algo" en su interior. Esta sensibilidad será un factor decisivo en
la psicología de la respuesta vocacional pues permite percibir los hechos,
los recuerdos (lo que hemos llamado "las causas secundarias" o "los si gnos
que significan") en una forma muy peculiar, de tal manera que la candidata
no puede permanecer indiferente a esas "causas secundarias" o "signos que
significan".
En algunos casos, y cada vez es más frecuente, esa sensibilidad no existe y
sin embargo, la joven queda prendada de algún recuerdo, de alguna vivencia
que no la dejan. "No me dejan vivir en paz", según expresión acuñada por las
personas que viven en esta situación. La gracia de Dios está actuando.
Antes de seguir adelante, surge espontáneamente la pregunta: ¿puede Dios
suscitar vocaciones a quienes viven en pecado mortal? Sí y debemos estar
preparado para ello porque cada día comenzarán a llegar más casos en estas
situaciones. Supongamos, por ejemplo el caso nada raro ni extraordinario:
una chica que no practica el precepto dominical, es una estudiante promedio,
buena hija de familia y con un grupo de amigas y amigos aceptable. Como
"chica promedio" de ciertos ambientes, habrá probado la droga una o dos
veces en su vida. Esta chica, que no vive precisamente en gracia de Dios se
siente fuertemente atraída por el voluntariado, por rezar un poco más o
quizás en llevar a cabo una acción desinteresada por los demás, un recuerdo
del pasado que ahora golpea constantemente el presente, invitándola a ser
mejor. Y "algo" comienza a nacer en su interior, en aquel lugar íntimo entre
ella, Dios y su conciencia, en el ho topos tou Theou.
Otros casos provendrán de chicas mejor cultivadas espiritualmente. En unos y
en otros la llamada se presenta a través de causas secundarias juntamente
con una sensibilidad que detecta un "algo más" en estas causas secundarias.
Esta llamada genera un estado, un movimiento en el interior de la persona.
Es Dios quien está trabajando en el alma de la joven, pero ella no lo sabe.
Percibe estados de ánimo que van del gusto ("¡qué bien me encuentro cuando
rezo!", "¡qué bien estoy cuando ayudo a los pobres!"), al disgusto ("no me
llenan las fiestas o las actividades que hago con mis amigos"), a la duda
("¿qué me pasa?", "¿me habré equivocado de carrera?").
En esta etapa la joven aún no es consciente de la llamada, pero comienza a
percibir "algo nuevo", "algo diferente", "algo que le hace sentir distinta",
o percibir la vida, el mundo de una forma muy distinta a como la percibía
antes. Este "algo nuevo" puede percibirlo en alguna de sus facultades
superiores: en el entendimiento, en la voluntad, en la memoria o en el
sentimiento. O quizás en todos ellos, con mayor prevalencia en alguno de
ellos. Veamos algunos ejemplos.
En la memoria: el recuerdo de un verano pasado en una comunidad de
religiosas ayudando como voluntaria en la capacitación de niños con alguna
desventaja mental. Es la memoria la facultad que viene "interpelada". No son
otros recuerdos los que generan una serie de pensamientos y sentimientos
capaces de hacerle perder el sueño o la concentración. Es precisamente "ese"
recuerdo tan especial del vera no que se ha tenido en aquel lugar y con
aquellas personas.
En los sentimientos: siente el deseo de dedicar su vida a la enseñanza de
los sordomudos. Y es "este" deseo y no otro el que genera en ella diversos
estados de ánimo, diversos razonamientos que le llevarán a tomar una opción
en la vida.
En el entendimiento: comprende en un momento dado la tragedia de las
personas que viven bajo los efectos de un vicio (droga, alcohol...) y es
precisamente "ese" entender improvisamente una situación lo que desencadena
estados de ánimos, razonamientos, etc.
c. La labor de la directora espiritual o de la animadora ante estas primeras
manifestaciones o inquietudes de la llamada vocacional.
"Todo aquello que podrá hacer el director espiritual es escucharlo
respetuosamente y, escuchándolo de esta manera, enseñarle como escuchar el
propio corazón"3.
En este momento la intervención de la directora espiritual o de la
animadora, será la de escucha r. Aquí podríamos tocar aspectos relevantes a
la pastoral vocacional y salirnos, aparentemente, de nuestro ámbito de
Psicología de la respuesta vocacional. Sin embargo en estos momentos, la
joven candidata, requiere un tiempo para escuchar en su propio corazón, en
su ho topos tou Theou, estas causas secundarias, para después "interpretar"
su significado. Es un momento de confusión en la mente y en todo el ser de
la chica. Ella así lo percibe y no hay cosa peor para la libertad de una
persona que obligarla a tomar decisiones sin contar con su libre albedrío,
con su libertad.
Por lo tanto, en esta etapa, lejos de animarle a dar una respuesta, le
ayudará a identificar cuáles son los sentimientos que experimenta, las
emociones que percibe, los pensamientos que razona. Hay que dejar una cosa
en claro: la respuesta a lo que está sucediendo la tiene la misma chica. La
labor de la directora espiritual, requerida por una adecuada psicología se
reduce a animar a la chica a ver clara mente lo que está experimentando.
Hemos dicho antes que la animadora no provocará la respuesta, sino que debe
dar los medios para que la chica descubra lo que está sucediendo. No cabe
hacer aquí ninguna suposición de tipo vocacional. Es necesario que la chica
descubra, ella misma, el significado de esas percepciones, de esos
sentimientos, de esos razonamientos, en una palabra de "las causas
secundarias", de los "signos que significan". No es una labor nada fácil y
lo veremos más adelante. En este momento lo que debe quedar claro a la chica
es la necesidad de escuchar claramente esas mociones de Dios y darle la
justa interpretación que se le debe dar.
En este momento en que comienza propiamente el camino de discernimiento hay
que pedirle a la chica una gran generosidad. Hay que infundirle ánimo para
que comience con una disposición positiva a buscar el significado a lo que
está experimentando. Algunas de ellas entreven una confrontación con sus
posibles planes que se habían fijado para el futuro o con el estilo de vida
que han llevado hasta entonces. No hay que precipitar los acontecimientos,
no es éste el momento de tomar una decisión. Se le debe invitar a hacer una
clarificación, un discernimiento sobre lo que está experimentando. Pero esta
clarificación se deberá hacer con una gran apertura de ánimo, podríamos
decir, con una santa indiferencia. No se puede hacer un camino de
discernimiento, de clarificación, si previamente se ha dado por descontado
la posible existencia de una vocación. Para ello, la directora espiritual
tendrá que hacer ver a la chica que lo que se está buscando es, antes que
nada, hacer la voluntad de Dios.
NOTAS
1 Jesús, Blázquez, L.C., La dirección espiritual para los seglares, ELC,
México, D.F., 1993
2 Jesús Blázquez, ibidem, p. 61
3 André Louf, Generati dallo Spirito, Edizioni Qiqajon Comunità di
Bose,Magnano, 1994, p. 188