Epístola a los Efesios
EnciCato
Este articulo será tratado bajo los siguientes encabezados:
· I. Análisis de la Epístola;
· II. Características Especiales;
· 1 Forma: a Vocabulario; b Estilo;
· 2 Doctrinas;
· III. Objeto;
· IV. A quien va dirigida;
· V. Fecha y lugar de la Composición; Ocasión;
· VI .Autenticidad
· 1 Relación con los otros libros del Nuevo Testamento;
· 2 Dificultades debido a la forma y doctrinas;
· 3 Tradición.
I. ANÁLISIS DE LA EPÍSTOLA
La carta que, en los manuscritos conteniendo las Epístolas de San Pablo, lleva
el título de “ A los Efesios “ comprende dos partes distintamente separadas por
una doxología (Efe.iii,20ss.). La salutación, en la cual el apóstol se menciona
solamente a sí mismo, no es seguida por un prólogo; en verdad, toda la parte
dogmática desarrolla la idea central la cual usualmente es el objeto del prologo
en las cartas de San Pablo. En una oración larga que parece un himno(Efe.,1,3-14),
Pablo alaba a Dios por las bendiciones que Él ha derramado sobre todos los
fieles de acuerdo con el plan eterno de su voluntad, el plan sublime por el cual
todos estaremos unidos bajo una cabeza, Cristo, un plan que aunque en tiempos
pasados, secreto y misterioso, se ha manifestado ahora a los creyentes. Aquellos
a los cuales va dirigida la Epístola, habiendo recibido el Evangelio han a su
vez sido hechos participes de estas bendiciones, y el Apóstol, habiendo
recientemente conocido de sus conversiones y de su fe, les asegura a ellos, que
el no deja de darle gracias al Cielo por eso, ( Ef.,i,15,16)y que sobre todo, el
reza por ellos. La explicación de esta oración, de su objetivo y motivo,
constituye lo restante de la parte dogmática(cf. Ef.,iii, 1,14). Pablo le pide a
Dios de que sus lectores tengan un conocimiento completo de la esperanza a la
que Él los ha llamados, de que ellos puedan estar completamente conscientes de
las riquezas de sus herencias y de la grandeza del Poder Divino que garantiza la
herencia. Este poder Divino se manifiesta primero a sí mismo en Cristo, A quien
levanto de entre los muertos y A quien exalto en gloria sobre todas las
creaturas y lo estableció como Cabeza de la Iglesia, que es Su cuerpo. Este
poder y bondad de Dios se estaba evidenciando en los lectores los cuales fueron
rescatados de sus pecados y elevados y exaltados con Cristo. Pero brilló aún
más, sobre todo porque estableció una comunidad de salvación que les daba la
bienvenida dentro de ella tantos a los Judíos como a los Gentiles sin
distinción, la muerte de Cristo derribo la pared intermedia de separación, i.e.
la Ley, y ambas partes de la raza humana habiendo sido así reconciliados con
Dios, forman desde ese momento y para siempre un solo cuerpo, una sola casa, un
solo templo del cual los apóstoles y los profetas cristianos son la fundación y
Cristo mismo es la piedra angular (Ef.2,16-ii,20.) Pablo, como sus lectores
habrían sabido, fue el ministro escogido para predicarle a los Gentiles acerca
de este misterio sublime de Dios, desde toda la eternidad y no revelado ni
siquiera a los Ángeles, de acuerdo al cual los Gentiles son hechos co-herederos
junto con los Judíos, constituyen parte del mismo cuerpo, y toman parte de las
mismas promesas ( Ef.,iii,1-13). Influenciado profundamente por este misterio,
el Apóstol implora al Padre que conduzca a sus lectores a la perfección del
estado Cristiano y al conocimiento completo de la caridad Divina ( Ef.,iii,14-19),
continuando con la misma oración con la que él había empezado (Ef., 1, 16 sq.).
Habiendo alabado a Dios en la parte doxológica (Ef.,iii, 20 sq.), Pablo pasa a
la parte moral de su carta. Sus exhortaciones como es su manera habitual las
fundamenta en consideraciones dogmáticas, todo guía a eso como se lee en el
capitulo 4, versículo 1, en donde él le ruega a sus lectores a mostrarse ellos
mismos en todas las cosas dignas de su vocación. Antes de todo, ellos deben
trabajar para preservar la unidad descrita por el autor en los tres primeros
capítulos y aquí otra vez saca a relucir Un Espíritu, un Señor, una fe, un
bautismo, un Dios. Hay por supuesto una diversidad de ministerios, pero los
respectivos ministerios de apostolado, de profecía, etc., todos fueron
instituidos por el mismo Cristo exaltado en gloria y todos van hacia la
perfección de la sociedad de santos en Cristo (Ef., iv, 2-16). Desde estas
grandes tareas sociales, Pablo procede con las consideraciones de las tareas
individuales. Él contrasta la vida Cristiana que sus lectores deben llevar, con
su vida pagana, insistiendo sobre todo en el evitar dos vicios, inmodestia y
codicia (Ef.,iv,17-v,3). Entonces, en el tratamiento de la vida familiar él da
abundante información sobre las responsabilidades entre esposos y esposas, cuya
unión él la compara con la de Cristo con Su Iglesia y de las responsabilidades
de los niños y de los sirvientes (v,21-vi,9).Para poder llenar estos requisitos
y responsabilidades y combatir las fuerzas adversas, los lectores se deben de
poner la armadura de Dios (vi,10-20)
La Epístola termina con un corto epilogo ( vi, 21-24), en donde el Apóstol les
dice a sus lectores de que la ha enviado a Tíquico a darles noticias de él y de
que les desea paz, caridad y gracia
II. CARACTERÍSTICAS ESPECIALES
(1) FORMA
(a) Vocabulario
Esta carta como todas las escritas por San Pablo, contiene hapax legomena, cerca
de setenta y cinco palabras que no se encuentran en otros escritos del Apóstol;
sin embargo, seria un error utilizar este dato como base para argumentar la
autenticidad Paulina. De estas palabras nueve ocurren entre paréntesis en el
Viejo Testamento y otras pertenecen al lenguaje corriente o talvez designan
cosas de las cuales Pablo no había tenido ocasión de mencionar antes. Otras, son
derivadas de raíces usadas por el Apóstol y además, comparando estas hapax
legomena unas con otras, es imposible reconocer en ellas un vocabulario
característico que nos revelaría a una personalidad distinta. (Cf. Brunet, de
l’authenticite de l’epitre aux Ephesiens; preuves philologiques”, Lyons 1897;
Nageli, “Der Wotscharz des Apostels Paulus”, Gottingen, 1905.)
(b) Estilo
Esta Epístola, aun más que la de los Colosenses, es notable por lo largo de sus
oraciones. Los tres primeros capítulos escasamente contienen más de tres
oraciones y estas están sobrecargadas con relativos o participios causales que
simplemente están entrelazados, frecuentemente sin estar conectados por unas
partículas lógicas como ocurre tan frecuentemente en San Pablo. Cada cláusula
esta a su vez sobrecargada con numerosos modificativos preposicionales(
especialmente con en y syn) de los cuales es difícil establecer su significado
exacto. A menudo, también, varios sinónimos son utilizados uno al lado del otro
y en muchos casos se tiene su fuente de explicación, y esa explicación difiere
muy ligeramente de la del nombre mismo. Por todas estas razones el lenguaje de
la Epístola, pesado, difuso, y lánguido, parece muy diferente del de la
dialéctica, animada y estilo vigoroso de las cartas sin contestar del Apóstol.
Es importante notar que en la parte moral de la Epístola estas peculiaridades de
estilo no aparecen y por lo tanto ellas parecieran depender mas de la materia
tratada que del autor mismo; de hecho, en la exposición dogmática de la gran
Epístola, el lenguaje de San Pablo esta frecuentemente involucrado (cf. Rom, ii
13 sq; iv, 16 sq; v, 12 sq.;etc.). Además debe ser observado que todas estas
peculiaridades resultan por la misma causa: Todas ellas indican una cierta
redundancia de ideas emanadas desde una profunda y tranquila meditación sobre
una materia sublime, varios aspectos de los cuales aparecen simultáneamente en
la mente del autor y que evocan su admiración. De ahí también el tono lírico que
prevalece en los tres primeros capítulos, los cuales constituyen una serie de
alabanzas, bendiciones, acción de gracias, y oraciones. Cierta clase de
composición rítmica a sido señalada en el capitulo i ( cf. T. Innitzer, “Der
‘Hymnus’ im Eph., i, 3-14” en “Zeitschrift fur katholische Theologie”, 1904,
612sq.), y en el capitulo iii vestigios de himnología litúrgica se han
encontrado ( Ef.,iii,20 ), pero no son tan llamativos como en 1 Cor. Y no debe
de ser comparado con el lenguaje litúrgico de 1 Clemente.
(2) DOCTRINAS
Las doctrinas de justificación, la Ley, fe, la carne, etc., que son
características de las grandes Epístolas Paulinas, no faltan en la Epístola a
los Efesios siendo reconocidas en el Capitulo ii ( 1-16). Sin embargo el tema no
lo lleva a desarrollar estas doctrinas. Por otro lado, él indica claramente,
especialmente en el capitulo i, el lugar supremo el cual, en orden de naturaleza
y gracia, es adjudicado a Cristo, el autor y centro de la creación, el punto
hacia el cual todas las cosas convergen, la fuente de toda gracia, etc. Aunque,
en su gran Epístola, San Pablo algunas veces aborda estas doctrinas ( cf. 1 Cor.,
vii, 6; xv, 45 sq.; II Cor., v, 18 sp.), ellas constituyen el objetivo especial
de su carta a los Colosenses, donde él los desarrolla a un mayor grado que en la
de los Efesios. De hecho esta Epístola trata mas el tema de la Iglesia que de
Cristo.( Sobre la doctrina de la Iglesia en la Epístola a los Efesios ver
Meritan en “Revue biblique”, 1898, pp. 343 sq., y W. H. Griffith Thomas en el
“Expositor”, Oct., 1906, pp. 318 sq.) La palabra iglesia ya no significa, como
es usual en la gran Epístola de San Pablo (ver, como quiera, Gal)., i, 13; ICor.,
xii, 28, xv, 9),alguna iglesia local u otra, pero la Iglesia universal, un todo
orgánico uniendo a todos los Cristianos en un cuerpo en el cual Cristo es la
cabeza. Aquí encontramos el desarrollo sistematizado de elementos insinuados de
tiempo en tiempo en las cartas a los Gálatas, Corintios, y a los Romanos. El
autor ha declarado que ahora no hay Judíos ni Griegos, pero que todos son uno en
Jesús (Gal., iii, 28); que en cada Cristiano la vida de Cristo se ha hecho
manifiesta ( Gal., ii, 20; II Cor., iv, 11 ss.); que todos son guiados por el
Espíritu de Dios y de Cristo ( Rom., viii, 9-14); que cada uno de los fieles
tiene a Cristo por cabeza ( 1 Cor., xi, 3), pudieran, por la combinación de
estos elementos, fácilmente llegar a considerar a todos los Cristianos como
formando un solo cuerpo ( Rom., xii, 5; I Cor., xii, 12, 27 ), animados por un
Espíritu ( Ef., iv, 4), un solo cuerpo teniendo a Cristo por cabeza. A este
cuerpo por el mismo derecho, pertenecen tanto los Judíos, como los Gentiles.
Indudablemente, esta misteriosa dispensación de la Providencia fue de acuerdo a
la Epístola a los Efesios, hecho manifiesto a todos los Apóstoles, una
declaración la cual, además, la Epístola a los Gálatas no la contradice ( Gal.,ii,
3-9); sin embargo esta revelación permanece como si fuera, el regalo especial de
San Pablo ( Ef., iii, 3-8 ). El derecho de los paganos parece que ya no se
cuestiona mas, lo cual es fácilmente entendido al final de la vida del Apóstol.
A la muerte de Cristo, la pared de separación fue derribada ( fc. Gal., iii,
13), y todos desde entonces tienen acceso al Padre por el mismo espíritu. Ellos
no se encuentran en el nivel Judío de la Ley abolida, pero en el nivel
Cristiano, en el edificio fundado directamente por Cristo. La Iglesia así
constituida, el autor la contempla como esta le parece a él. Además, si en la
extensión de la Iglesia él contempla la realización del decreto divino por el
cual todos los hombres han sido predestinados a la misma salvación y el no esta
obligado a repetir la historia religiosa de la humanidad de la manera en la que
él tuvo ocasión de describir en la Epístola a los Romanos, ni esta obligado a
explorar los privilegios históricos de los Judíos, a lo cual el no obstante
alude ( Ef., ii, 12) ni a conectar la nueva economía con la vieja ( ver, sin
embargo, Ef., iii, 6) ni a introducir, al menos dentro de la exposición
dogmática, los pecados de los paganos, a quienes el se satisface en acusar de
falta de intima comunión con Dios ( Ef. , ii, f12). Por el momento todos estos
puntos no son el sujeto principal de meditación. Es mas bien, el hecho positivo
de la unión de todos los hombres en la Iglesia, el Cuerpo de Cristo, lo que para
él es prominente; el Apóstol contempla a Cristo mismo en Su influencia actual
sobre este cuerpo y sobre cada uno de sus miembros; de ahí que él sólo
ocasionalmente menciona el poder redentor de la Muerte de Cristo. ( Ef., i, 7;
ii, 5,6,.) Desde el Cielo, donde Él ha sido exaltado, Cristo confiere Sus
regalos a todos los fieles sin distinción, demandando, sin embargo, que en Su
Iglesia ciertas oficinas sean mantenidas para el bienestar común. Los términos
jerárquicos tan usados mas tarde(episkopoi, presbyteroi, diakonoi) no los
encontramos aquí. Los apóstoles y profetas, siempre mencionados juntos, en la
Epístola a los Efesios, juegan partes iguales, siendo los fundadores de la
Iglesia (Efesios.ii,20 ). Puestos así en igualdad con los profetas, los
apóstoles no son los Doce escogidos pero, como se indica en las cartas de San
Pablo, aquellos que han visto a Cristo y han sido comisionados por Él a predicar
Su Evangelio. Es por el mismo propósito que los profetas en la Epístola a los
Efesios usaron el carisma , o regalos espirituales descritos en 1 Cor., xii-xiv.
Los evangelistas, que no son mencionados en Efesios, ii, 20 o iii, 5, son
inferiores en dignidad con respecto a los apóstoles y profetas, sin embargo se
mencionan (Efe.,iv,11). En sus primeras cartas San Pablo, no tiene ocasión para
aludir a ellos, pero ellos pertenecen a la edad Apostólica. Finalmente los
“pastores y doctores” ( A.V. pastores y maestros), quienes son claramente
distinguidos ( Efe.,iv,11) de los apóstoles y profetas, fundadores de las
iglesias, parecen ser aquellas autoridades locales indicados en 1 Tesa., v, 12;
1 Cor., xvi, 15 sig.; Hec., xx, 28. Mientras que la atención dada a estos
diferentes ministros forma una nota distintiva en la Epístola a los Efesios, no
podemos por lo tanto admitir ( con Klopper, por ejemplo)que el autor esta
preocupado con la jerarquía como tal. La unidad de la Iglesia, un punto que el
claramente enfatiza, no es tanta la unidad jurídica de una sociedad organizada
como la unidad vital que une todos los miembros del cuerpo a la cabeza, el
Cristo glorificado. Tampoco es cierto que el autor predice siglos futuros de
existencia para esta Iglesia ( Klopper)como, propiamente hablando, “siglos
venideros”, referido en la Epístola a los Efesios ( ii, 7) son siglos a venir en
el Reino de los Cielos ( cf. ii,6 ). Por otro lado sabemos que las esperanzas de
San Pablo de ser testigo de la segunda venida de Cristo, fueron constantemente
disminuyendo y por lo tanto, en los últimos años de su vida, él definirá ( Efe.,
v,22 sig.) las leyes del matrimonio Cristiano, las cuales en un primer periodo (
1 Cor., vii, 37 sig.) él las consideró sólo bajo la luz de la inminente venida
de Cristo. La exposición que nosotros hemos dado de las doctrinas propias de la
Epístola de los Efesios ha sido hecha para mostrar que ninguna de estas
doctrinas tomadas separadamente contradicen la teología de las grandes Epístolas
Paulinas y que cada una individualmente puede ser conectada con ciertos
elementos diseminados en estas Epístolas. Sin embargo es cierto que tomada en su
totalidad, esta carta a los Efesios constituye un nuevo sistema doctrinal, la
autenticidad Paulina, la cual solo se puede defender críticamente señalando las
circunstancias debido a las cuales el Apóstol fue capaz de desarrollar su
primera teología y profundamente modificar su manera de ajustarlas hacia
adelante. Naturalmente esto nos lleva primero de todo a tratar de averiguar el
objeto de la carta a los Efesios.
III. OBJETO
Se ha dicho que San Pablo combatió doctrinas inmorales y una propaganda
antinomia que puso en peligro especialmente a aquellos a los cuales las cartas
fueron dirigidas (Pfleiderer), pero esta hipótesis no podría explicar la parte
dogmática de la Epístola, y aun en la parte exhortatoria nada revela
preocupaciones polémicas. Todas las advertencias son hechas por el origen pagano
de los lectores y cuando el autor dirige sus oraciones al Cielo de parte de
ellos ( Efe., I, 17 sig.) el no menciona ningún peligro en particular del cual
él le habría pedido a Dios que librara sus vidas Cristiana. Klopper pensó que el
autor tenia a los Judeo-Cristianos en mente, negando todavía a los paganos
convertidos sus derechos en la Iglesia, y Jacquier agrega esto como un motivo
adicional. Otros han dicho que los Cristianos-Gentiles de la Epístola tenían que
ser recordados de los privilegios de los Judíos. Pero ninguna palabra en la
carta, aun en la sección que contiene exhortaciones a la unidad ( Efe., iv, 2
sig), revela la existencia de cualquier antagonismo entre aquellos a los cuales
el Apóstol escribe, y no hay cuestionamiento de la reproducción o
re-establecimiento de la unidad. El autor nunca se dirige a ningún pagano
convertido salvo, y todas sus consideraciones tienden a proveerle a ellos con el
conocimiento completo de sus bendiciones las cuales, a pesar de su origen
pagano, ellos han adquirido en Cristo y de la grandeza del Amor que Dios les ha
mostrado. Si en el capitulo iii, San Pablo habla de su Apostolado personal, no
lo hace de ninguna manera para defenderlo de ataques, sino como expresando toda
su gratitud por haber sido llamado, a pesar de no ser digno, para anunciar el
gran misterio del cual él ha cantado las alabanzas. Brevemente, nada en la carta
nos permite sospechar que esta responde a cualquier necesidad especial de parte
de aquellos a los cuales va dirigida, tampoco que ellos, de su parte, le han
dado al autor cualquier ocasión particular para escribirla. En la medida en que
su parte dogmática o moral concierne, esta pudiera haber sido dirigida a
cualquiera de las iglesias fundadas en el mundo pagano.
IV. A QUIEN VA DIRIGIDA
¿A quién, entonces, va dirigida la Epístola? Esta pregunta ha provocado una
variedad de respuestas. Hay críticos que mantienen la opinión tradicional de que
la Epístola fue escrita para los Efesios exclusivamente (Danko, Cornely), pero
la mayoría lo considera bajo la luz de una carta circular. Algunos mantienen que
esta fue dirigida a Efeso y a las iglesias que estaban en ella, es decir, la
metrópolis (Michelis, Harless, y Henle), mientras otros mantienen que esta fue
enviada a las Siete Iglesias del Apocalipsis (H. Holtzmann) o al circulo de
comunidades Cristianas dentro y alrededor de Colosas y Laodicea (Godet, Haupt,
Sanh, y Belser); o de nuevo a los fieles del Asia Menor (B. Weiss) o a todas las
Iglesias Cristianas- Gentiles (Von Soden). La pregunta solo puede resolverse
comparando la Epístola con el conocimiento poseído de la vida y actividad
literaria del Apóstol. Aquellos que niegan la autenticidad de la carta deben
ciertamente conceder que el Seudo- Pablo (i, 1) fue cuidadoso de someterse a
probabilidades literarias e históricas, y si no, ya que la carta no concede
ninguna indicación directa de los destinatarios a quienes supuestamente el
Apóstol se esta dirigiendo, seria perder el tiempo imaginar quienes son ellos.
Las palabras en Efeso, en el primer verso de la Epístola, no pertenecen al texto
primitivo. San Basilio atestigua que aun en sus días no se encontraban en el
antiguo MSS,. En efecto ellas no aparecen en los Códigos B y Aleph ( primera
fuente). Además, un examen de la Epístola no nos garantiza la creencia de que
esta fue dirigida a la iglesia en la cual el Apóstol había viajado más. Cuando
San Pablo le escribe a alguna de sus iglesias, el constantemente alude a sus
relaciones pasadas con ellos ( ver Tesa., Gal., Cor. ), pero aquí no hay nada
personal, no hay saludo, no hay recomendaciones especiales, no hay alusión al
pasado del autor. Pablo desconoce a sus destinatarios, aunque él ha oído hablar
de ellos ( Efe.,i, 15 ) , y ellos han oído del él ( Efe., iii, 2; cf. iv, 21 ).
Cuando se dirige a cualquier iglesia, aunque en ese momento esta sea desconocida
para él, como por ejemplo, Roma o Colosa, el Apóstol siempre asume un tono
personal; por lo tanto la manera abstracta e impersonal con la cual él trata a
sus destinatarios desde el comienzo hasta el final de la Epístola a los Efesios
solo se puede comprender considerando en esta Epístola una carta circular para
un grupo de iglesias todavía desconocidas a Pablo. Pero esta explicación,
fundada en el carácter encíclico de la Epístola, pierde su valor si la Iglesia
de Efeso está contada dentro de aquellas a las cuales la carta circular fue
dirigida, durante su estadía de tres anos en esta ciudad el Apóstol tenia
frecuentes contactos con las comunidades Cristianas vecinas, y en este caso él
hubiera tenido en la mira muy especialmente a Efeso, como cuando se dirigió a
los fieles de Achaia ( II Cor., i,1 ) fue principalmente a la Iglesia de Corinto
a la que el se dirigió. Sin embargo, fue mas bien a un restringido circulo de
comunidades Cristianas a las que Pablo envió esta carta, como Tiquico iba a ir a
visitarlos y llevarles noticias de él (Efe., vi, 21 ss.), lo que preclude la
idea de todas las iglesias de Asia Menor o de todas las iglesias
Cristiano-Gentiles. Además puesto que Titico llevaba la Epístola a los
Colosences y la de los Efesos al mismo tiempo (Col,. iv, 7 ss.), aquellos a
quienes la ultima fue dirigida no podría haber estado alejada de Colosa, y
tenemos toda razón de suponer a todas ellas en el Asia Menor. Además, no creemos
que la Epístola en cuestión fue dirigida a las iglesias en las cercanías
inmediatas a Colasa, pues los riesgos que amenazaban la fe de los Colosenses
virtualmente ponían en peligro la de las comunidades vecinas, y porque,
entonces, dos cartas difiriendo en tono y objetivo?. No habiendo tenido ninguna
relación personal con los Colosenses, el Apóstol se hubiera sentido satisfecho
de dirigir a ellos y a sus vecinos Cristianos una carta encíclica resumiendo
todos los asuntos tratados en ambas Epístolas. Por esta razón será necesario
buscar en otra parte en el Asia Menor, hacia los anos 60, a un limitado grupo de
iglesias todavía desconocidas a San Pablo. Ahora, en el curso de sus tres
viajes, Pablo ha atravesado todas las partes del Asia Menor excepto las
provincias norteñas a lo largo del Mar Negro, territorio al cual el no alcanzo
antes de su cautividad. Sin embargo, la primera Epístola de San Pedro nos
muestra que la Fe ya había penetrado esta región; por lo tanto, con el dato
histórico a nuestra disposición, es en esta vecinidad que parece más razonable
buscar a aquellos a los cuales la Epístola fue dirigida. Estos Cristianos
deberían de haber sido nombrados en los textos auténticos de la inscripción de
esta Epístola, como están en todas las cartas de San Pablo. Ahora, siempre que
el participio sustantivo aparece en una de estas inscripciones, sirve solo al
propósito de introducir la mencionada localidad. Estamos por lo tanto
autorizados a creer que en el destinatario de la Epístola a los Efesios( Efe.,
I,: tois hagiois ousin kai pistois en Christo Iesou ), este participio, tan
difícil de entender en el texto recibido, originalmente presidió la designación
del lugar habitado por los lectores. Uno podría asumir que la línea que contiene
esta designación fue omitida debido a la distracción de parte del primer
copiador, sin embargo seria entonces necesario admitir que la mención de la
localidad, ahora en cuestión, ocurrió en el medio de adjetivos calificativos
aplicados para el Apóstol a sus lectores ( hagiois tois ousin…. Pistois), y esto
es algo que nunca se ha verificado en las cartas de San Pablo. Por lo tanto
podemos suponer que, en esta destinación, la indicación del lugar estaba mala en
vez de omitida, y esto nos prepara el camino para restauraciones conjeturales.
Nosotros mismos hemos propuesto lo siguiente: tois haiois tois ousin kat Irin
tois en Christo Iesou. (Ladeuze en Revisión bíblica, 1902, pp 573 ss.)
Gramaticalmente esta frase corresponde perfectamente con el estilo del
Apóstol(cf. Gal., I,22; I Cor., I, 2; Fil.,I,1) y paleográficamente, si es
traducida en capitales antiguas, esto fácilmente explica la corrupción que
ciertamente se ha producido en el texto. La Epístola a los Efesios fue, por lo
tanto, escrita a iglesia distantes, localizadas quizás en varias provincias[
Ponto, Galacia, Polemono( el reino de Polemon)] y, por esta razón, requiriendo
ser designadas en términos generales, pero todas situadas a lo largo del Río
Iris.
Estas iglesias del nordeste del Asia Menor jugaron un papel oscuro en el primer
siglo. Cuando la primera colección de las cartas del Apóstol fueron hechas, una
colección de la cual depende completamente la tradición textual de estas
cartas(cf. Zahn, Geschichte des N. T. Kanons. I, ii. P. 829), fue Efeso que
produjo la copia de la Epístola, habiendo obtenido esta cuando Tíquico toco
tierra en ese puerto, desde ese lugar se dirigió a Colosa y en dirección de
Ponto, y en esta copia el texto de los destinatarios estaba ya equivocada.
Habiendo venido de Efeso, esta carta paso rápidamente como una para los Efesios,
ya que no había ningún otro escrito por el Apóstol para la mas celebre de las
iglesias. Esto explica porque ,desde el comienzo, todos excepto Marcion, aun
aquellos que no leyeron las palabras en Efeso en el primer verso ( Origen,
Tertuliano), miran esta carta como una Epístola a los Efesios, y porque en todo
MSS., esta transcrita bajo este título.
V. FECHA Y LUGAR DE COMPOSICIÓN; OCASIÓN
Así como las Epístolas a los Colosenses, a los Filipenses y a Filemón, la de los
Efesios fue escrita durante las horas de ocio en unos de los encarcelamientos
del el Apóstol(Efe.,iii, 1; iv, 1; vi,20), cuando él tuvo poca razón para
utilizar los servicios de un discípulo para escribir en su nombre (De Wette,
Ewald, y Renán). Lisco ( Vincula Sanctorum, Berlín, 1900) es el único que en la
actualidad asegura que estas cartas anteceden el gran encarcelamiento de San
Pablo, manteniendo que el Apóstol debió haberlas escrito cuando estuvo
prisionero en Efeso en 57 y antes de aquellas que él envió a los Corintios y
Romanos. Pero nosotros no tenemos detalles de esta cautividad en Efeso. Además,
la doctrina descrita en estas cartas en cuestión pertenece a una época
subsiguiente a la composición de la Epístola a los Romanos (58); por lo tanto
ellas no fueron escritas previas a su cautividad en Cesarea ( 58-60). Por otro
lado, ellas son anteriores a la primera persecución, a lo cual el autor no hace
alusión cuando describió la armadura y los combates de los creyentes; por lo
cual ellas no pueden ser asignadas a la ultima cautividad. Consecuentemente solo
nos queda atribuirlas a un periodo entre 58 y 63, pero ya sea que fueron hechas
en Cesarea o en Roma ( 61-63) es todavía una pregunta más controversial. La
información recogida aquí y allá es muy vaga y los argumentos utilizados son muy
dudosos. Sin embargo, el tiempo libre permitido a Pablo, y la actividad
evangélica que él muestra en el tiempo de escribir estas cartas coincidieron mas
con su cautividad en Roma (Hec. xxviii, 17-31) que en Cesarea ( Hec. xxiii, ss.).
Una cosa, sin embargo, es cierta, una vez que la autenticidad de la Epístola a
los Colosenses y a los Efesios es admitida, es que ambas fueron escritas al
mismo tiempo. Ambas muestran fundamentalmente y formalmente una estrecha
conexión, de la cual hablaremos mas tarde. Tíquico fue designado a llevar ambas
Epístolas a aquellos a quienes ellas fueron dirigidas respectivamente y a
cumplir la misma misión a través de ellas (Col., iv, 7 ss; Efe., vi, 21 ss). El
versículo 16 del el capítulo iv de los Colosenses no parece aludir a la carta a
los Efesios, lo cual necesitaría haber sido escrita primero, además, la Epístola
aquí mencionada es escasamente una encíclica, el contexto no lleva a nosotros a
buscar en ella una carta especial de la misma naturaleza como la enviada a los
Colosenses. Además, si, Pablo sabia, que antes de llegar a Colosa Tíquico iba a
llevar la Epístola a los Efesios a los cristianos en Laodicea, no había razón
por la cual él incluiría saludos para los de Laodicea en su Epístola a los
Colosenses( Col., iv, 15). Es más probable que la Epístola a los Efesios fue
escrita en segundo lugar. Seria más fácil de entender porque, repitiendo a los
Colosenses las mismas exhortaciones que él les hizo a los Efesios, por
instancia, en lo de volver a casarse ( Efe., v, 22 ss.), el autor hubiera
suprimido completamente las sublimes consideraciones dogmáticas en las cuales
estas exhortaciones habían sido basadas. Además creemos con Godet que:” Es más
natural pensar que , de estas dos cartas mutuamente complementarias, la incitada
para un requerimiento positivo y una necesidad definida [ Col.] vino primero y
la otra [ Efe.] fue debido a la mayor solicitud evocada por la composición de la
anterior.” ¿Cómo, entonces, admitiendo que San Pablo escribió la Epístola a los
Efesios, pudiéramos nosotros explicar el origen de este documento? El Apóstol,
quien estaba cautivo en Roma, fue informado por Epafras de los errores morales y
dogmáticos que habían salido a la luz en Colosa y en las ciudades vecinas, en
iglesias de las cuales él no era su fundador. Él también se dio cuenta de que
había sido criticado por no haber llevado a la perfección Cristiana a aquellos a
los cuales él había convertido, y por no tomar suficiente interés en iglesias
que habían brotado al lado de las suyas, aunque sin su intervención personal(
Col.,i,28-ii, 5). Al mismo tiempo que Pablo recibió las noticias concerniendo a
Colosa, y sus alrededores , el también escucho ( Efe.,i,15) que en una parte
distante del Asia Menor comunidades cristianas habían sido traídas a la Fe,
quizás por evangelistas( Efe.,iv,11). Impresionado por las acusaciones hecha en
contra de él, Pablo aprovecho la partida de Tíquico para Colosa, para entrar en
comunicación con aquellos Cristianos quienes habían oído hablar de él (Efe.,iii,2)
y para dirigirles a ellos una carta en la cual él tenia que limitarse a
consideraciones generales en Cristiandad, pero el deseo demostrar sus
preocupaciones apostólica para con ellos haciéndoles comprender no solo la
dignidad de su vocación Cristiana, pero también la unidad de la Iglesia de Dios
y la unión intima por la cual todos los creyentes, sin importar sus historias,
son constituidos en un solo cuerpo del cual Cristo es la cabeza.
VI. AUNTENTICIDAD
Si tan solo pudiéramos recordar para quienes la Epístola fue dirigida y en que
ocasión fue escrita, las objeciones levantadas en contra de la autenticidad
Paulina pudiera ser fácilmente contestada.
(1) RELACIÓN CON OTROS LIBROS DEL NUEVO TESTAMENTO
La carta a los Efesios tiene alguna semejanza a la Epístola a los Hebreos y a
los escritos de San Lucas y San Juan, en cuanto a ideas y modo de expresión,
pero no hay tal similitud encontrada con las grades Epístolas Paulinas. Por
supuesto uno de los escritos del Apóstol debió haber sido utilizado en este
documento, pero estas similitudes son demasiado vagas para establecer una
relación literaria. Durante los cuatro anos que transcurrieron entre las
Epístolas a los Romanos y la de los Efesios, San Pablo había cambiado su
domicilio y su línea de trabajo, y nosotros lo creemos a él en Roma y Cesarea
conectado con sus nuevos centros cristianos. Es por lo tanto, fácil de entender
porque su estilo tendría el sabor del lenguaje cristiano usado en estos últimos
libros, cuando recordamos que su objetivo tiene tanto en común con el tema
tratado en la Epístola a los Efesios. Todo lo que ahora y antes se halla dicho
sobre el tema, el mismo fenómeno se observa en la Epístola a los Colosenses. Si,
efectivamente, la Epístola a los Efesios se parece a los Hechos en mas casos que
Epístola a los Colosenses, esto es debido a que las dos tienen un objetivo
idéntico cual es, la constitución de la Iglesia por el llamado de los Judíos y
Gentiles.
La relación entre la Epístola a los Efesios y 1ra.de Pedro es mas cerca. La
carta a los Efesios, a diferencia de la mayoría de las Epístolas Paulinas, no
empiezan con una acción de gracias, sino que con un himno similar, aun en sus
palabras, a como empieza 1ra. de Pedro. Además, ambas cartas se parecen en
ciertas expresiones típicas y en la descripción de las tareas de vida domestica,
lo cual termina en ambas con la misma exhortación a combatir el mal. Con la
mayoría de los críticos, nosotros mantenemos que la relación entre estas cartas
es literal. Pero, 1ra de Pedro fue escrita de ultimo y consecuentemente depende
en la Epístola a los Efesios, por ejemplo, ya alude a la persecución, por lo
menos como inminente. Silvano el fiel acompañante del Apóstol, fue el secretario
de San Pedro (I Pe.,v,12), y seria lo más natural de que él hiciera uso de una
carta, escrita recientemente por San Pablo, en asuntos análogos a aquellos a los
cuales el mismo tenia que tratar, especialmente, de acuerdo a nosotros, aquellos
abordados en ambas Epístolas son, en su mayor parte idénticas ( cf. I Pe.,i,1).
Los ataques hechos sobre la autenticidad de la Epístola a los Efesios se ha
basado mayormente en su parecido a la Epístola a los Colosenses, aunque algunos
han mantenido que la ultima depende de la primera (Mayerhoff). En la opinión de
Hitzig y Holtzmann, un falsificador que vivió a principios del siglo Segundo y
ya empapado con el Gnosticismo uso una carta autentica, escrita por Pablo a los
Colosenses contra los Judeo-Cristianos de la Era Apostólica, para componer la
Epístola a los Efesios, en conformidad con lo cual el subsecuentemente modifico
la carta a los Colosenses, dándole la forma que tiene en el canon. De Wette y
Ewald vieron en la Epístola a los Efesios como una amplificación prolija de las
partes sin controversia de la carta a los Colosenses. Sin embargo, sólo es
necesario leer primero uno de estos documentos y luego el otro, para ver que tan
exagerada es esta opinión. Von Soden encuentra mucha diferencia entre las dos
cartas, pero como quiera mantiene que algunas secciones de la Epístola a los
Efesios son una paráfrasis de pasajes de la carta a los Colosenses ( Efe.,iii,
1-9 y Col., 1, 23-27; Efe., v, 21-vi, 9 y Col., iii, 18-iv, 1) y que todavía el
autor de la ultima sigue un proceso puramente mecánico tomando un verso de la
carta a los Colosenses utilizándolo para introducir y concluir, y para servir
como referencia, por así decirlo, como una afirmación propia. De esta manera, él
sostiene que en Efesios, iv, 25-31, las primeras palabras del verso 8 de Col.,
iii, ha servido como una introducción ( Efe., iv, 25) . Evidentemente tales
métodos no pueden serles atribuidos al mismo Apóstol. Pero, tampoco estamos
justificados en atribuirlos al autor de la Epístola a los Efesios. Por ejemplo,
los deberes del esposo y la esposa están bien claros en Col., iii, 18, 19, pero
en estos versos no hay comparación ninguna entre matrimonios Cristianos y la
unión de Cristo con Su Iglesia como lo describe la exhortación en Efe.,v,22 ss.;
consecuentemente, seria muy arbitrario mantener que el último texto sea una
vulgar paráfrasis del primero. Comparando los textos citados, el fenómeno de
referencia , al cual Von Soden le llamo la atención, puede ser verificado en un
solo pasaje ( Efe., iv, 2-16, donde el verso 2 se parece a Col., iii, 12 ss y
donde los versos 15,16, son como Col., 11,19). De hecho, a través de toda su
exposición, el autor de la Epístola a los Efesios esta constantemente repitiendo
ideas e incluso expresiones particulares que ocurren en la carta a los
Colosenses, y aun así, ni siquiera una imitación servil ni cualquiera de las
bien conocidas ofensas a los cuales los plagiarios están acusados, puede ser
probado en contra de él. Además, es mayormente en la parte exhortativa en que
estas dos cartas son remarcablemente iguales y esto es natural si, en intervalos
de unos pocos días u horas, el mismo autor tuvo que recordarles a dos círculos
distintos de lectores de los mismos deberes comunes de la vida Cristiana. En la
parte dogmática de estas dos Epístolas hay un cambio de sujeto, tratado con
diferente intención y en otro tono. En una instancia tenemos un termino a lo
largo de tres capítulos y celebrando el llamado tanto a Judíos y a Gentiles y la
de la unión de todos en la Iglesia de Cristo; y en la otra, una exposición de la
dignidad de Cristo y de la suficiencia de los medios que Él nos concedió para la
obtención de nuestra salvación, como también agradecimiento y especialmente
oraciones para aquellos lectores que puedan estar expuestos a mal entender esta
doctrina. Sin embargo, estos dos temas Cristo y la Iglesia, son muy semejantes.
Además, si en esta carta a los Efesios San Pablo repite las ideas presentadas en
la de los Colosenses, esto es ciertamente menos sorprendente que encontrar un
fenómeno igual en la Epístola a los Gálatas y la de los Romanos, como seria
natural que las expresiones características usadas por el Apóstol en la Epístola
a los Colosenses debería aparecer en la carta a los Efesios, puesto que ambas
fueron escritas en el mismo tiempo. De hecho se ha remarcado que el es dado a
repetir expresiones típicas que él ha introducido (cf. Zahn, Einleitung, I, p.
363 ss.). Brevemente concluimos con Sabatier que: “ Estas dos cartas vienen a
nosotros de un mismo autor quien, cuando le escribe a uno de ellos, tiene
presente en su mente al otro y, que cuando compone la segunda, no ha olvidado la
primera.” Las alusiones vagas hechas en la Epístola a los Efesios a algunas de
las preguntas doctrinales tratadas en la Epístola a los Colosenses, pueden ser
justificadas de esta manera, aunque estas preguntas nunca fueron propuestas por
aquellos a quienes la primer Epístola fue escrita.
(2) DIFICULTADES ORIGINADAS POR LA DOCTRINA Y LA FORMA
La negación de la autenticidad Paulina a la Epístola a los Efesios esta basada
en las características especiales de la Epístola desde el punto de vista del
estilo como también de la doctrina, y, mientras difiere de aquellas grandes
Epístolas Paulinas, estas características aunque más marcadas, se parecen a
aquellas de la carta a los Colosenses. Pero ya hemos hecho bastante hincapié en
ellos.
Las circunstancias bajo las cuales el Apóstol debió haber escrito la Epístola a
los Efesios parece explicar por el desarrollo de la doctrina y por el remarcado
cambio de estilo. Durante sus dos anos de cautiverio en Cesarea, Pablo no pudo
ejercer sus funciones Apostólicas, y en Roma, aunque le permitieron mas
libertad, el no pudo predicar el Evangelio fuera de la casa en la cual él estaba
prisionero. Por lo tanto, él compensó su deseo de actividad externa con una
meditación profunda de “su Evangelio”. La teología de la justificación, de la
Ley, y de las condiciones esenciales para la Salvación, el ya las había llevado
a la perfección, habiéndolas sistematizados en la Epístola a los Romanos y,
aunque las mantiene a la vista, el no requirió desarrollarlas más. En su
Epístola a los Romanos( viii-xi, xvi, 25-27) él ha llegado a la investigación de
los consejos eternos de la Providencia concerniendo la salvación de los hombres
y la ha ampliado, como si esta fuera, una filosofía de la historia religiosa de
la humanidad de la cual Cristo era el centro, como ciertamente Él ha sido
siempre el objeto Central de la fe de San Pablo. Así, fue en el Mismo Cristo en
que las solitarias meditaciones del Apóstol estaban concentradas, en la quietud
de su celda él iba a desarrollar, a fuerza de su labor intelectual personal y
con la ayuda de nuevas revelaciones, esta primera revelación recibida cuando “le
complació a Dios revelar a Su Hijo en él”. Él fue, además, urgido por las
noticias traídas a él de tiempo en tiempo por alguno de sus discípulos, como,
por ejemplo, Epafras, de que en ciertas iglesias, estaban siendo propagados
errores los cuales tendían a disminuir el papel y la dignidad de Cristo,
anteponiendo ante El otros intermediarios en el trabajo de salvación. Por otra
parte, separado de los creyentes y no pudiendo viajar constantemente de una
iglesia a otra, el Apóstol fue capaz de abarcar en una sola mirada todos los
Cristianos esparcidos por todo el mundo. Mientras él residió en el centro del
inmenso Imperio Romano el cual, en su unidad, abarcaba el mundo, fue la Iglesia
universal de Cristo, el cumplimiento de le misteriosos decreto revelado a él, la
Iglesia en la cual había sido su privilegio traer a Judíos y paganos juntos, que
se le presento a él para contemplación.
Estos temas de meditación habitual son por supuesto introducidos en las cartas
que él tenia que escribir en ese tiempo. A los Colosenses él les habla de la
dignidad de Cristo, a los Efesios, y nosotros hemos visto porque, de la unidad
de la Iglesia. Pero en estas Epístolas, Pablo se dirige a aquellos que son
desconocidos para él; el ya no necesita, como en cartas precedentes; combatir
teorías las cuales socavaron la fundación del trabajo y rebatir enemigos quienes
en su odio, lo atacaron a él personalmente. Por consiguiente, no hay mas ocasión
de usar los apretados argumentos con los cuales el no solo derribo los
argumentos de sus adversarios pero los desvió para la confusión de los últimos.
Es más valioso el plantear las consideraciones sublimes de las cuales él esta
lleno que de discusiones. Entonces, las ideas se le amontonan tanto que le exige
demasiado a su pluma; sus oraciones están llenas de sinónimos y epítetos
calificativos y se mantiene haciendo nuevas proposiciones, perdiendo así la
claridad y vigor de controversia y asumiendo proporciones de un himno de
adoración. Por lo que podemos entender porque, en estas cartas el estilo de
Pablo se torna monótono y lento y porque la composición literaria se diferencia
tanto de las primeras Epístolas. Cuando escribe a los Colosenses el por lo menos
tiene una iglesia en particular con la cual tratar y ciertos errores que
refutar, mientras que, en la Epístola a los Efesios el se dirige de una vez y al
mismo tiempo a un grupo de iglesia desconocidas de las cuales él había recibido
solo vaga información. No había nada concreto en esto y el Apóstol fue dejado a
su albedrío por la cual las características especiales ya indicadas en la
Epístola a los Colosenses aparecen mas pronunciadas aun en la de los Efesios,
particularmente en la parte dogmática.
(3) TRADICIÓN
Si nosotros mantenemos en mente las circunstancias bajo las cuales Pablo
escribió ambas cartas, sus características peculiares no parecen ser obstáculo
para la autenticidad Paulina. Por lo tanto, el testimonio que den sus
dedicaciones ( Col.,i,1; Efe., i, 1), ellas mismas atestiguan de su autenticidad
y la misma tradición Antigua la cual unánimemente las atribuye al Apóstol
mantiene toda su fuerza. Desde el punto de vista tradicional la Epístola a los
Efesios esta en la misma clase de las mejores cartas de San Pablo. Usada en la
Primera Epístola de San Pedro, en la Epístola de San Policarpo, en los trabajos
de San Justino, quizás en la Didache y en 1 Clemente, parece que ya había sido
bien conocida hacia el fin del primer siglo. Marcion y San Irineo se la
atribuyen a San Pablo y parece que San Ignacio, cuando escribió a los Efesios ya
había hecho uso de ella como Paulina. Hay que notar que si la autenticidad de
esta Epístola ha sido rechazada por la mayoría de los críticos liberales desde
los días de Schleiermacher, es sin embargo concedida por muchos críticos
modernos, Protestantes entre ellos , y manteniéndola como probable por Harnack y
Julicher. De hecho, parece que se esta acercando el día cuando todo el mundo la
reconocerá como trabajo de San Pablo, esta Epístola a los Efesios, de la cual
San Juan Crisóstomo admiraba las sublimes oraciones doctrinales: noematon meste………
hypselon kai dogmaton.
Consultar introducciones al Nuevo Testamento. Nos limitaremos aquí a indicar los
últimos comentarios. Comentarios Catolicos: Bisping, Erklarung der Briefe an die
Epheser, Philipper und Kolosser (Munster, 1866); Henle, Der Epheserbrief des hl.
Apostela Paulus erklart (Augsburg, 1908); Belser, Der Epheserbrief ubersetzl und
erklart (Freiburg im Br., 1908); Maunoury, Commentaire sur l’epitre aux Galates,
aux Ephesiensm etc. (Paris, 1881). Comentarios No-Católicos: Oltramare,
Commentair sus les epitres de S. Paul aux Colossiens, aux Ephesiens et a
Philemon (París, 1891); Von Soden, Die Briefe an die Kolosser, Epheser, Philemon
in Hand-Commeniar sum N.T., ed Holtzmann (Freiburg im Br., 1893); Haupt, Die
Gefangenachaftsbriefe in Krit.-exeg. Kommentar, ed. Meyer (8th ed., Gottingen,
1902); Ewald, Die Briefe des Paulus an die Epheser, Kolosser, und Philemon in
Kommentar zum N.T., ed. Zahn (Leipzig, 1905); Baljon, Commentaar op de briven
van Paulus aan der Thess., Ef., Kol. En aan Philemon (Utrecht, 1907); Abbott, A
Critical and Exegetical Commentary on Epistles to the Ephisians and to the
Colossians in International Critical Commentary (Edinburgh, 1897); Robinson, St.
Paul’s Epistle to the Ephesians (London, 1903); Westcott, St. Paul’s Epistle to
the Ephesians (London, 1906); Gore, St. Paul’s Epistle to the Ephesians (London,
1907).-
P. LADEUZE
Traducido por Emilio Wong