Encíclica
EnciCato
(En latín, Litterae Encyclicae)
Según su etimología, una encíclica (del griego egkyklios, significando kyklos
círculo) no es nada más que una carta circular. En los tiempos modernos, el uso
ha limitado el término casi exclusivamente a ciertos documentos papales que
difieren en su forma técnica del nombre ordinario de Bulas o Breves, y que en su
sobrescrito están explícitamente dirigidas a los patriarcas, primados,
arzobispos, y obispos de la Iglesia Universal en comunión con la Sede
Apostólica. Por excepción, también se dirigen encíclicas a veces a los
arzobispos y obispos de un país particular. Así se da este nombre a la carta de
Pío X (6 de Enero de 1907) a los obispos de Francia, pese al hecho de que fue
publicada, no en latín, sino en francés; mientras que, por otro lado, la carta
“Longinqua Oceani” (5 de Enero de 1895) dirigida por León XIII a los arzobispos
y obispos de los Estados Unidos, no se titula encíclica, aunque en todos los
demás aspectos observe su forma. De esto y de una cantidad de hechos similares
podemos inferir probablemente que el nombre preciso usado no se pretende que sea
de gran significación. Por la naturaleza del caso las encíclicas dirigidas a los
obispos del mundo están generalmente relacionadas con asuntos que afectan al
bienestar de la Iglesia en su conjunto. Condenan alguna forma prevalente de
error, señalan peligros que amenazan a la fe o la moral, exhortan a los fieles a
la constancia, o prescriben remedios para males previstos o ya existentes. En su
forma una encíclica en la actualidad comienza así –podemos tomar como muestra la
encíclica Pascendi sobre el Modernismo: --
"Sanctissimi Domini Nostri Pii Divinâ Providentiâ Papæ X Litteræ Encyclicæ ad
Patriarchas, Primates, Archiepiscopos, Episcopos aliosque locorum Ordinarios
pacem et communionem cum Apostolicâ Sede habentes de Modernistarum Doctrinis. Ad
Patriarchas, Primates, Archiepiscopos, Episcopos aliosque locorum Ordinarios,
pacem et communionem cum Apostolicâ Sede habentes, Pius PP. X., Venerabiles
Fratres, salutem et apostolicam benedictionem. Pascendi dominici gregis mandatum",
etc.
La conclusión toma la siguiente forma: -- "Nos vero, pignus caritatis Nostræ
divinique in adversis solatii, Apostolicam Benedictionem vobis, cleris,
populisque vestris amantissime impertimus. Datum Romæ, apud Sanctum Petrum, die
VIII Septembris MCMVII, Pontificatus Nostri anno quinto. Pius PP. X."
Aunque sólo durante los tres últimos pontificados las declaraciones más
importantes de la Santa Sede se han dado al mundo en forma de encíclicas, esta
forma de Carta Apostólica se ha usado ocasionalmente desde mucho antes. Casi el
primer documento publicado por Benedicto XIV tras su elección fue una “Epistola
encyclica en commonitoria” sobre los deberes de la función episcopal (3 de
Diciembre de 1740). Bajo Pío IX muchas declaraciones trascendentales se
presentaron en esta forma. El famoso pronunciamiento “Quanta cura” (8 de
Diciembre de 1864), que fue acompañado de un Syllabus de ochenta errores
anatematizados, fue una encíclica. Otra importante encíclica de Pío IX, descrita
como una “Encíclica del Santo Oficio”, fue la que empezaba con “Supremae” (4 de
Agosto de 1856) en condena del Espiritualismo. León XIII publicó una serie de
encíclicas sobre asuntos sociales y otras cuestiones que atrajeron la atención
universal. Podemos mencionar especialmente “Inscrutabilis” (21 de Abril de 1878)
sobre los males de la sociedad moderna; “Aeterni Patris” (4 de Agosto de 1879)
sobre Santo Tomás de Aquino y la filosofía escolástica; “Arcanum divinae
sapientiae” (10 de Febrero de 1880) sobre el matrimonio cristiano y la vida
familiar, “Diuturnum illud” (29 de Junio de 1881) sobre el origen de la
autoridad civil,; “Inmortale Dei” (1 de Noviembre de 1885) sobre la constitución
cristiana de los estados; “Libertas praestantissimum” (20 de Junio de 1888)
sobre la verdadera libertad; “Rerum novarum” (16 de Mayo de 1891) sobre la
cuestión laboral; “Providentissimus Deus” (18 de Noviembre de 1893) sobre las
Sagradas Escrituras; “Satis cognitum” (29 de Junio de 1896) sobre la unidad
religiosa. Pío X se ha mostrado igualmente partidario de esta forma de
documento, vg. , en su fervorosa recomendación de la instrucción catequética
“Acerbo nimis” (15 de Abril de 1906) su discurso en el centenario de San
Gregorio Magno (12 de Marzo de 1904), su primera carta al clero y fieles de
Francia, “Vehementer nos” (11 de Febrero de 1906), sus instrucciones sobre
intervención en política al pueblo de Italia y en el pronunciamiento sobre el
Modernismo ya mencionado.
Dos funcionarios que presiden oficinas separadas cuentan aún entre sus
obligaciones ayudar al Santo Padre en la redacción de sus cartas encíclicas. Son
estos el “Segretario dei brevi ai Principi” asistido por dos minutanti, y el
“Segretario delle lettere latine” también con un minutante. Pero fue
indudablemente costumbre de León XIII escribir sus propias encíclicas, y es
claramente competencia del soberano pontífice dispensarse de los servicios de
sus subordinados.
Respecto a la fuerza de obligar de estos documentos se admite generalmente que
el mero hecho de que el Papa pueda haber dado a cualquiera de sus declaraciones
la forma de encíclica no constituye necesariamente un pronunciamiento ex-cathedra
ni le inviste de autoridad infalible. El grado en que se compromete el
magisterio infalible de la Santa Sede debe juzgarse por las circunstancias, y
por el lenguaje utilizado en cada caso particular. En los primeros siglos el
término encíclica se aplicó, no sólo a las cartas papales, sino a ciertas cartas
que emanaban de los obispos o arzobispos y se dirigían a su propia grey o a
otros obispos. Tales cartas dirigidas por un obispo a todos sus súbditos se
llaman ahora comúnmente pastorales. Entre los anglicanos, sin embargo, el nombre
encíclica se ha revivido recientemente y se ha aplicado, en imitación de la
costumbre papal, a las cartas circulares de los primados ingleses. Así la
respuesta de los Arzobispos de Canterbury y York a la condena papal de las
ordenaciones anglicanas (esta condena, “Apostolicae Curae” tomó la forma de una
Bula) fue titulada por sus autores como la encíclica “Saepius officio”.
Poco se ha escrito expresamente sobre las encíclicas, que en los tratados de
derecho canónico se agrupan generalmente con las demás Cartas Apostólicas. La
obra de BENCINI, De Literis Encyclicis Dissertatio (Turín, 1728), trata casi
exclusivamente de los primeros documentos de la Iglesia que fueron llamados así;
ver, sin embargo, HILGENREINER en Kirchliches Handlexikon (Munich, 1907), I,
1310; y GOYAU, Le Vatican (París, 1898), p. 336; WYNNE, The Great Encyclical
Letters of Leo XIII (Nueva York. 1903); EYRE, The Pope and the People (Londres,
1897); y D' ARROS, Léon XIII d'après ses Encycliques (París, 1902). Sobre la
autoridad de las encíclicas y documentos papales similares, ver especialmente el
utilísimo libro de CHOUPIN, Valeur des Décisions Doctrinales et Disciplinaires
du Saint-Siège (París, 1907); cf. BAINVEL, De Magisterio vivo et Traditione
(París, 1905).
HERBERT THURSTON.
Transcrito por Douglas J. Potter
Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
Traducido por Francisco Vázquez