ESPERANZA - TEXTOS
1.
Bienaventurado Guerric d’Igny (hacia 1080-1157) abad cisterciense
Sermón I para el Adviento SC 166, I; pag. 93-95
"Esperanza de las naciones"
¡Oh, esperanza de las naciones! Los que esperan no serán confundidos. Nuestros
padres te esperaron; todos los justos, desde la creación del mundo, han esperado
en ti; no los has defraudado.
La Iglesia que esperaba en los antiguos padres el primer advenimiento de Cristo,
espera igualmente el segundo en los justos de la nueva alianza. Estando segura
de que el primer advenimiento traería el precio de nuestra redención, espera
segura que el segundo advenimiento traerá la recompensa. Pendiente de esta
espera, esta esperanza que sobrepasa todo lo terreno, la Iglesia aspira con un
gozo ardiente los bienes eternos.
Mientras otros se apresuran a buscar su felicidad en las cosas terrenas sin
esperar que se cumplan los designios del Señor, mientras se precipitan hacia las
riquezas que el mundo puede ofrecer, aquel que tiene la dicha de poner su
esperanza en el Señor no fija su mirada en las cosas vanas y engañosas de la
tierra. Sabe que vale más ser humillado con los mansos que participar en el
botín del mundo con los orgullosos. El humilde se consuela diciéndose a sí
mismo: “Mi herencia es el Señor. Lo esperaré. El Señor es bueno para los que
esperan en él, para los que le buscan. Es bueno esperar en silencio la salvación
de Dios. Señor, es verdad, mi alma desfallece esperando tu salvación; pero, el
Señor es mi lote, por eso espero en él.” (cf Lam 3,24; Sal 118,80) Aunque tarde,
lo esperaré, porque vendrá en su momento.