-¿Cómo es que hay dos telas relacionadas con la muerte de Jesús? Háblenos de ello -La Tradición afirma que la Síndone de Turín es el lienzo mortuorio que envolvió el cuerpo de Jesús en el Sepulcro; mientras que el Sudario se utilizó para cubrir únicamente la cabeza de Jesús tras su muerte en la Cruz durante su traslado al Sepulcro, en donde le fue retirado para proceder al amortajamiento. En este sentido, el Evangelista San Juan es muy claro al hablar de la existencia de ambos lienzos. Dice textualmente en el capítulo 20, versículo 7 de su Evangelio, que al entrar en el interior del sepulcro ''contempló allí los lienzos yacentes y el sudario que había cubierto su cabeza, no puesto con los lienzos sino doblado aparte, en un sitio''. Esto es además bastante lógico, puesto que la Ley judía prescribía que cuando el rostro de un cadáver estuviera ensangrentado o deformado (cosas ambas que ocurren en el caso de Jesús), debía cubrirse con un velo. Lo que sucede es que en España se ha provocado una cierta confusión debido a que las antiguas traducciones utilizaban la palabra ''sudario'' para referirse a la Síndone.
-¿Cuáles son los elementos comunes y de correspondencia que se
dan entre las dos reliquias?. -La imagen presente en la Síndone nos muestra que el hombre que
fue envuelto en ella murió por crucifixión, pero además sufrió
otros tormentos, tales como la flagelación y una, podríamos llamar,
''coronación de espinas'' puesto que multitud de heridas punzantes le
recorren la totalidad del cuero cabelludo. En el Sudario no puede contemplarse imagen alguna, sino tan sólo
arrugas y una serie de manchas de sangre. Podría describirse como un
trapo sucio, manchado y arrugado. ¿Quién querría conservar un trapo
así?. Y sin embargo se venera desde el siglo IX en la Catedral de
Oviedo. Ahora bien, las investigaciones realizadas durante más de una
década por un grupo de científicos de gran prestigio profesional,
integrantes del Equipo de Investigación del Centro Español de
Sindonología (EDICES), demuestran que ese trapo, efectivamente,
envolvió el rostro de un hombre adulto, normalmente constituido, con
barba y bigote, que murió en posición vertical, con ambos brazos
elevados por encima de su cabeza y con un punto de apoyo en los pies,
produciéndose el óbito por edema pulmonar agudo; esto es, por
encharcamiento de pulmones. Se trata de una muerte en todo análoga a
la muerte de cruz. Además, se ha podido comprobar que el hombre del
Sudario sufrió en la cabeza una serie de heridas punzantes estando
todavía vivo. El grupo sanguíneo presente en ambas telas es el mismo: el grupo
AB. Y las manchas de sangre parecen tener coincidencias morfogeométricas
en ambas telas. -Entonces, ¿el Sudario y la Síndone cubrieron el mismo cuerpo? -Todo ello nos lleva a pensar que efectivamente ambos lienzos
pudieron haber envuelto el mismo cadáver, y que éste podría haber
sido el de Jesús de Nazaret. -¿ Y qué probabilidades hay de que estos dos tejidos fueran
los que cubrieran el cuerpo de Jesucristo? -En el caso de la Síndone, el estudio probabilístico que han
realizado algunos matemáticos es abrumador y unívoco: esa tela sólo
ha podido envolver el cuerpo de Jesús, porque sólo en el caso de Jesús
se dan juntas todas las variables que se presentan en la Síndone. Los crucificados a lo largo de la historia han sido muchos, pero
sabemos que éstos podían ser atados o clavados a la cruz. En el caso
de Jesús, se nos dice que fue clavado, y así aparece el hombre de la
Síndone, lo cual reduce las probabilidades a la mitad. Por otro lado,
la flagelación y la crucifixión no eran penas que se aplicaran
simultáneamente, como sucede en Jesús y también en el hombre de la
Síndone; las probabilidades se reducen todavía más (en el caso de
Jesús se aplicó la flagelación como algo extraordinario por el
hecho de que Pilatos no tenía intención de ejecutarlo, y son sólo
los acontecimientos posteriores los que le mueven a tomar esa decisión).
Pero nos encontramos también con el hecho de que Jesús fue coronado
de espinas, cosa que en absoluto era habitual y que se explica por una
burla referida a su persona, lo que al aparecer también en el hombre
de la Síndone reduce drásticamente las probabilidades. Y así podríamos
seguir,... Por lo que respecta al Sudario, estas probabilidades no son tan
evidentes. Ya antes hemos mencionado que en esta tela no hay imagen, y
tan sólo contamos con las manchas de sangre y con las arrugas del
lienzo para efectuar el diagnóstico. Sin embargo, ya hemos visto que
una cosa es segura, y es que el sudario envolvió la cabeza de un
crucificado, y que éste sufrió en vida heridas punzantes en la zona
de la nuca. Además existen correspondencias en las manchas de sangre
de Síndone y Sudario, pero hay que ser cautos en este punto porque
todavía no se ha efectuado una comparativa directa entre ambas telas,
lo cual es absolutamente indispensable para poder emitir un juicio al
respecto. -Dejando a un lado las cautelas, como investigador y como
creyente, la Síndone y el Sudario pertenecieron a Jesús,... Yo creo que todos los descubrimientos apuntan en la misma dirección:
las telas encontradas envolvieron el cuerpo de Jesús de Nazaret. Y
esto no lo pienso como creyente, pues ninguna de las dos telas
fundamenta mi fe, sino como persona que conoce la consistencia de las
investigaciones realizadas. -¿Qué más podría hacer la ciencia como servicio a la fe?. -Mi interés es establecer nuevos puentes entre cristianismo y
cultura, concretamente entre cristianismo y ciencia, que es el
lenguaje dominante en nuestra cultura tecnológica. La fe, a mi
juicio, se sostiene sobre sí misma y es anterior a todos los
argumentos y demostraciones científicas que podamos presentar. Nuestros estudios aportan un granito de arena al mostrar que la fe cristiana no es ingenua ni se basa en testimonios manipulados de hechos que jamás han ocurrido sino que, a partir de estos documentos (Síndone, Sudario y estudios arqueológicos del área del Gólgota y Sepulcro), podemos ir reconstruyendo aquellos dramáticos y trascendentales momentos de la historia de la humanidad (la muerte y resurrección de Cristo), experiencia central del cristianismo. -¿En qué sentido tendrían que ir las futuras investigaciones?. Por lo que a nosotros respecta, vemos necesario realizar un estudio comparativo directo de las manchas de sangre entre Síndone y Sudario
-Cambiando un poco de tema, los detractores de la Síndone
utilizan como argumento principal la prueba del carbono catorce. Háblenos
de esta controversia. -Sería algo verdaderamente extenso para tratarlo en profundidad,
pero intentaré resumirlo. En el año 1988 la Síndone fue sometida a
una datación con radiocarbono que atribuyó a la muestra una fecha
medieval, situándose su origen entre los siglos XIII y XIV. Sin
embargo, esos resultados han sido invalidados por multitud de estudios
posteriores que, curiosamente, no han tenido ninguna repercusión en
los medios de comunicación. Hoy en día la opinión de los científicos
a este respecto es unánime, incluso la de quienes participaron en la
propia datación: la prueba del carbono catorce no dató correctamente
la Síndone, pues la muestra no fue tratada correctamente con arreglo
a los conocimientos de que disponemos actualmente. (Para ampliar estos datos se puede consultar la página web del
EDICES http://www.linteum.com) -¿La prueba del carbono catorce ha afectado a las
investigaciones?. La Iglesia, debido a esto, ¿ha puesto el freno de
mano en algún aspecto? -La posición de la Iglesia siempre ha sido la misma: el estudio de
las reliquias en general, y significativamente el de éstas, es algo
que queda en manos de los científicos. No es materia de fe. Nadie está
obligado a creer en las reliquias. De todas formas, es verdad que la tergiversación de que fue objeto
la prueba del carbono ha vuelto a las autoridades eclesiásticas muy
cautas en esta materia. Recuérdese en este sentido que en todos los
medios de comunicación se dio por absolutamente cierto lo que sólo
era probable y se silenciaron por completo todos los desmentidos
posteriores. -La datación ha de circunscribirse a esta prueba, ¿no hay otra
manera de saber de qué época son estas sagradas telas? -No creo que la datación deba circunscribirse únicamente a la prueba del carbono catorce, aunque tampoco rechazamos de plano este método si se aplica con la prudencia y las medidas necesarias. Efectivamente, existen otros medios indirectos que pueden ayudar en
la datación. Lo que ocurre es que hay que poner todos esos datos en
conjunto para que la interpretación sea válida. De todas formas es
difícil que termine la polémica, porque estamos hablando de Jesús
y, aunque no quiera admitirse, de la posible huella de su Resurrección.
Es lo que está en la mente de todos cuando se habla de este tema. Y
es que los prejuicios de los no creyentes son muy fuertes: en primer
lugar, no entra en su esquema mental la posibilidad de un Dios hecho
Hombre, pero además, si se admitiera científicamente que el hombre
de la Síndone es Jesús, se verían obligados a cambiar sus
planteamientos de vida y su conducta, porque la fe cristiana no es sólo
una filosofía, sino que exige una adecuación del comportamiento
ciertamente sacrificada. No ocurre así para los creyentes. Nuestra fe no se fundamenta en
la existencia de esas telas. La fe implica una adhesión, una
confianza, una relación personal en un itinerario de conversión y
mutuo conocimiento. Pues bien, obviamente, este hecho no depende para
nada de unas telas. -Y, dígame, ¿se han encontrado otros sudarios o síndones de
hombres de la época de Jesús? -No, porque los crucificados no eran enterrados sino arrojados a
fosas comunes. Los sudarios o prendas relacionadas con esos sujetos
eran arrojadas con los propios cuerpos a las fosas comunes (y se
descomponían con los cuerpos). No olvidemos que eran los indeseables
de aquella sociedad. El único crucificado que se ha encontrado
enterrado era un tal Johanan, que apareció con las piernas rotas.
Otra cosa son las representaciones o pinturas que de ellas se han
hecho y que abundan en la iconografía cristiana. -¿Se veneran otros elementos vinculados a la pasión y muerte
de Jesús? Sí. Por ejemplo, la tabla colocada sobre la cruz con la causa de
la condena (el Titulus), que se conserva en la Basilica della Santa
Croce in Gerusalemme, de Roma; y el Santo Cáliz, que se venera en la
Catedral de Valencia. Ambas reliquias tienen muchos visos de ser auténticas,
a tenor de las investigaciones realizadas sobre las mismas. -Para finalizar, ¿qué recomendaría a los que quieran
profundizar en este tema? -En vísperas del Día del Libro, el texto que recoge nuestros trabajos puede ser un buen regalo para aquellos que quieran ahondar en esta cuestión. El título es El Sudario de Oviedo, de Jorge-Manuel Rodríguez Almenar, y está editado por Ediciones de la Universidad de Navarra (EUNSA). |