Ser y nada. Criatura y Dios
Por
LEONARDO POLO
* La distinción más radical es entre ser y nada.
* El ser es lo más distinto de la nada.
* El ser creado se distingue mucho menos de la nada que de Dios.
* Dios es completamente extracósmico
* La criatura es dependencia pura
* La creación comporta la desacralización del universo
* La creación debe ser algo continuo y no instantáneo.
* El hombre es extracósmico
* El hombre conoce, objetiva el universo.
* El hombre es libertad.
* Persona significa subsistencia frente a todo.]
El punto central de la enseñanza cristiana es Cristo mismo. El pensamiento
cristiano, como tal, es pensamiento que tiene como eje a Cristo. Pero además
-aunque la religión cristiana es la única cristocéntrica- también es
creacionista.
El creacionismo forma parte del mensaje cristiano de una manera esencial
(aunque no central), hasta tal punto que fuera de él la noción de creación
no se abre paso, al menos en la civilización occidental. Creación significa
dos cosas:
1ª) Que la distinción más importante que se puede sentar no es aquella que
existe entre lo que se mueve y lo inmóvil, o entre lo transitorio y lo
permanente, porque la distinción entre ser y nada lo supera. El pensamiento
griego creía que la diferencia real más Importante es la que existe entre lo
efímero -aquello que no puede permanecer en su ser- y lo eterno- lo que
permanece siempre en su ser—. Por ello el pensamiento griego no es
creacionista. En cambio, el pensamiento cristiano considera que es más
radical la distinción entre ser y nada. Los griegos conocieron esta
distinción, pero entendían que no tenía sentido real. El creacionismo
significa, por el contrario, que el ser es realmente lo más distinto de la
nada.
2ª) Significa, también, que si el ser se distingue de la nada en sentido
real, todavía hay una distinción mayor: aquella que existe entre lo que se
distingue de la nada y Dios. Estas dos notas definen la noción de creación.
El ser que se dice creado se distingue radicalmente de la nada, y por ello es
ser «extra nihilum».
A su vez, define al ser creado el hecho de que la creación es «ad extra»
respecto del creador.
Pero de tal forma que la distinción que expresa el «extra-nihilum» es
incomparablemente inferior a la que expresa el «ad extra».
Dicho de otro modo: el ser creado se distingue mucho menos de la nada que de
Dios. Estar convencido de esto y vivirlo es una parte del cristianismo. En la
mayoría de los casos no vivimos esta convicción: tenemos miedo a la nada -a
extinguirnos - y dejamos al margen el hecho de que hemos de encontrarnos con
Dios. Vivenciamos la muerte desde la diferencia que hay entre ser y no ser, y
no desde la diferencia que hay entre estar sin ver a Dios y estar con Él, a
pesar de que lo primero es mucho menos importante que lo segundo. El abismo
que separa el ser de la nada es más franqueable que el que separa al ser
creado de Dios. Dios, desde el punto de vista creacionista, es la radical
Trascendencia, y eso quiere decir que Dios no se transmuta en criatura de
ningún modo: Dios no forma parte en manera alguna de la criatura. La
relación entre Dios y la criatura es pura relación de razón, no es real en
ningún sentido. La afirmación de que la criatura está más cerca de la nada
que de Dios supone que de suyo la criatura es nada. Esto no quiere decir que
la criatura sea nada —entonces no sería «extranihilium»— sino que
quiere decir justamente que la distinción entre la criatura y Dios es
incomparablemente superior a la distinción entre ser y nada. Por eso, la
expresión «Dios y la criatura» no tiene sentido: no existe ningún sentido
posible de totalidad en el que Dios y la criatura sean factores. El carácter
copulativo de la y entre Dios y la criatura es completamente irreal: Dios y la
criatura no significa algo más que Dios. A su vez, esto es absolutamente
incompatible con las interpretaciones de lo divino que se hagan al margen de
la creación, porque en estas interpretaciones Dios y lo que no es Dios
constituyen un todo. Por ejemplo, en el Panteísmo se llama Dios a todo
aquello que no es Dios. La idea griega del cosmos es otra interpretación en
la que Dios se compone con aquello que no es Dios. Todo esto es insuficiente.
Sostener que Dios es la trascendencia creadora implica que Dios es
absolutamente extracósmico.
La criatura es una dependencia pura, en orden a la cual Dios es la
Trascendencia: está más allá del todo. A causa de esto Dios recibe un
primer nombre que es el de Señor. La criatura es una dependencia pura, y en
este sentido se dice que Dios es el Señor, no por comparación al señorío
humano, sino para establecer la correspondencia entre la dependencia pura y
aquel de quien se depende. De esta distinción surge la noción de
omnipotencia. Aquel de quien depende la diferencia radical entre el ser y la
nada es omnipotente, y asimismo misericordioso, pues la creación no es un
descenso ontológico necesario.
El cosmos no es Dios. Propiamente hablando, no se puede admitir el cosmos como
noción abarcadora y total de la realidad. Dios está fuera del cosmos. El
Dios-Todo, el «Pantheos», ha muerto. Dios no es un elemento del universo en
tanto que Dios. Todas las interpretaciones teístas del cosmos caen sin más,
de tal modo que la consecuencia que trae consigo la noción de creación es la
desacralización del Universo: una profanación, si profanación significa que
aquello que se confundía con Dios es desdivinizado. E1 cristianismo es
desdivinización del cosmos, y en este sentido el cristianismo profana. Todos
los paganos lo han considerado así. (Con todo, Schmidt ha demostrado, con
gran abundancia de datos, que la más antigua idea de Dios es creacionista.
Por otra parte, la Encarnación del Hijo de Dios y la vocación consecutiva
compensan sobradamente esa profanación).
La primera consecuencia de la noción de creación es la desdivinización del
universo, al que además impone una dependencia radical que a primera vista
implica una pasividad: depender implica, fuera del ser de que se depende, una
pasividad. Sin embargo, esto es imposible en nuestro caso, porque una pura
pasividad no sería un «extra-nihilum». Hay que afirmar todo lo contrario:
esa radical dependencia es actividad. La paradoja de la creación es que su
dependencia es lo que constituye a la criatura en tanto que actividad, en
tanto que acto porque como su dependencia es absoluta, para ella ser es
mantenerse en el ser, no estar constituida finalmente, suficientemente. Crear
no es producir algo que ya fuese bastante, porque entonces se rompería la
dependencia absoluta. La creación tiene que ser algo continuo y no algo
instantáneo. La exigencia de continuación —para ser— no afecta a Dios,
sino que es una exigencia de la criatura. Toda la menesterosidad de la
criatura es, de esta forma, actividad: la criatura exige un «ser mantenida en
su ser», y esto es justamente su energía o actividad. Por eso a Dios se le
da otro nombre: Actividad Primaria o Acto Puro.
La esencia del universo se nos ofrece de un modo plural, pero si el ser del
universo es la actividad, su unidad sólo se puede desplegar en un sentido
causal. La criatura Universo se despliega en una pluralidad de sentidos
causales. El problema de la unidad del universo es el de la unidad de los
sentidos causales.
El tratamiento de este problema compete a la Metafísica —que queda así
justificada—, y fuera de ella es inabordable.
La tesis creacionista afecta también al hombre, que por no depender
absolutamente al universo, es digámoslo así, criatura por su cuenta. Si la
criatura es dependencia pura, no cabe que una criatura dependa absolutamente
de otra. Todas las criaturas son dependientes de Dios, y a la vez no
dependientes en su ser entre sí. Por eso se abre la posibilidad de que el
hombre, a pesar de ser criatura, no esté incluido en el sentido unitario del
universo. Sería posible, en efecto, que el hombre significase, en cuanto que
criatura, una independencia radical respecto de la unidad del universo: sería
posible que la independencia del hombre significase que el hombre no pertenece
al universo —precisamente en cuanto guarda una estricta relación con él—,
que el hombre es extracósmico.
Razones que aquí cabe aducir para sostener que el hombre no está incluido en
el universo son: el hombre puede presentar el universo, fenomenalizarlo,
hacerlo patente. Es lo que se llama conocer. Conocer es objetivar, poseer
fuera de la realidad. El universo está abierto al hombre en situación de
objetividad, lo que equivale a decir que el hombre está fuera del universo,
porque en otro caso sería absolutamente imposible que lo presentara de una
manera objetiva. En segundo lugar, el hombre no puede ser incluido en el
universo porque tiene libertad, y la libertad es irreductible a la noción de
causa, ya que una libertad dependiente de la causalidad es una contradicción.
El hombre es un ser libre, y, en la misma medida en que lo es, no pertenece al
universo. Persona signif ca subsistencia frente a todo. El hombre como persona
es la criatura que se mantiene, que se sostiene «frente a», es la criatura
que se enfrenta y este enfrentarse :y mantenerse significa también un
destinarse que apunta más allá del Universo.Así pues, la unidad del
universo no puede ser el último sentido de la unidad, ni siquiera en el plano
de la creación, porque el hombre trasciende la unidad del universo.
Presente y futuro del hombre, Rialp, Madrid 1993, pp. 138-142.
Gentileza
de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL