DOMINGO II DEL TIEMPO ORDINARIO


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 9, 1-17

Pacto de Dios con Noé y su descendencia

Dios bendijo a Noé y a sus hijos diciéndoles:

Creced, multiplicaos y llenad la tierra. Todos los animales de la tierra os temerán y os respetarán: aves del cielo, reptiles del suelo, peces del mar están en vuestro poder. Todo lo que vive y se mueve os servirá de alimento: os lo entrego, lo mismo que los vegetales. Pero no comáis carne con sangre, que es su vida. Pediré cuentas de vuestra sangre y vida, se las pediré a cualquier animal; y al hombre le pediré cuentas de la vida de su hermano. Si uno derrama la sangre de un hombre, otro derramará la suya; porque Dios hizo al hombre a su imagen. Vosotros creced y multiplicaos, moveos por la tierra y dominadla.

Dijo Dios a Noé y a sus hijos:

—Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron, aves, ganado y fieras, con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: El diluvio no volverá a destruir la vida ni habrá otro diluvio que devaste la tierra.

Y ,Dios añadió:

—Esta es la señal del pacto que hago con vosotros y con todo lo que vive con vosotros, para todas las edades: Pondré mi arco en el cielo, como señal de mi pacto con la tierra. Cuando traiga nubes sobre la tierra, aparecerá en las nubes el arco y recordaré mi pacto con vosotros y con todos los animales, y el diluvio no volverá a destruir los vivientes. Saldrá el arco en las nubes, y al verlo recordaré mi pacto perpetuo: Pacto de Dios con todos los seres vivos con todo lo que vive en la tierra.

Dios dijo a Noé:

–Esta es la señal del pacto que hago con todo lo que vive en la tierra.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Comienza la carta a los Corintios (1: Funk 1,61-62)

Gracia y paz a vosotros de parte del Dios omnipotente

La Iglesia de Dios que peregrina en Roma, a la Iglesia de Dios que peregrina en Corinto: a los llamados y consagrados en la voluntad de Dios por nuestro Señor Jesucristo. Que la gracia y la paz se multipliquen entre vosotros de parte de Dios omnipotente por mediación de Jesucristo.

A causa de las súbitas y sucesivas calamidades y adversidades que nos han sobrevenido, consideramos, hermanos, habernos demorado demasiado en interesarnos de los problemas controvertidos entre vosotros. Nos referimos, queridos, a la impía y detestable sedición, absolutamente impropia de los elegidos de Dios, suscitada por un puñado de hombres audaces y temerarios con una insolencia tal, que vuestro nombre, celebrado e ilustre y digno de ser amado por todos, ha venido a ser gravemente ultrajado.

Porque, ¿quién que haya convivido un tiempo entre vosotros, no se hizo lenguas de vuestra fe adornada de todas las virtudes, firme y estable? ¿Quién no admiró vuestra sobria y modesta piedad para con Cristo? ¿Quién no encomió vuestro espléndido y generoso sentido de la hospitalidad? ¿Quién no os felicitó por vuestro conocimiento, cabal y seguro?

Todo lo hacíais ciertamente sin discriminaciones y caminabais según la ley de Dios, sumisos a vuestros dirigentes, tributando el debido honor a los presbíteros constituidos entre vosotros; recomendabais a vuestros jóvenes sentimientos de moderación y honestidad; mandasteis a las mujeres que se comportaran en todo con una conciencia intachable, honesta y casta, amando, sinceramente a sus maridos, y, manteniéndose dentro de los límites de la acostumbrada sumisión, les enseñasteis a administrar con seriedad los asuntos domésticos, conduciéndose con absoluta honestidad.


EVANGELIOS PARA LOS TRES CICLOS



LUNES


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 11, 1-26

La dispersión del género humano

Toda la tierra hablaba una sola lengua con las mismas palabras. Al emigrar el hombre de oriente, encontraron una llanura en el país de Senaar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros:

—Vamos a preparar ladrillos y a cocerlos (emplearon ladrillos en vez de piedras, y alquitrán en vez de cemento). Y dijeron:

—Vamos a construir una ciudad y una torre que alcance el cielo, para hacernos famosos, y para no dispersarnos por la superficie de la tierra.

El Señor bajó a ver la ciudad y la torre que estaban construyendo los hombres y se dijo:

—Son un solo pueblo con una sola lengua. Si esto no es más que el comienzo de su actividad, nada de lo que decidan hacer les resultará imposible. Voy a bajar y a confundir su lengua, de modo que uno no entienda la lengua del prójimo.

El Señor los dispersó por la superficie de la tierra y cesaron de construir la ciudad. Por eso se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra, y desde allí los dispersó por la superficie de la tierra.

Tenía Sem cien años cuando engendró a Arfaxad, dos años después del diluvio; después vivió quinientos años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Arfaxad treinta y cinco años cuando engendró a Sélaj; después vivió cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Sélaj treinta años cuando engendró a Héber; después vivió cuatrocientos tres años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Héber treinta y cuatro años cuando engendró a Péleg; después vivió cuatrocientos treinta años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Péleg treinta años cuando engendró a Reú; des pués vivió doscientos nueve años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Reú treinta y dos años cuando engendró a Sarug; después vivió doscientos siete años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Sarug treinta años cuando engendró a Najor; después vivió doscientos años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Najor veintinueve años cuando engendró a Téraj; después vivió ciento diecinueve años, y engendró hijos e hijas.

Tenía Téraj setenta años cuando engendró a Abrán, Najor y Harán.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (2-3: Funk 1, 63-65)

Sed solícitos día y noche por la fraternidad universal

Todos erais humildes, completamente curados de la vanagloria, más amigos de obedecer que de mandar, más solícitos en dar que en recibir. Contentos con el viático de Cristo y cordialmente atentos a su enseñanza, habíais diligentemente aceptado sus palabras con amor, teniendo siempre ante vuestros ojos sus padecimientos.

De suerte que a todos vosotros os fue otorgada una paz profunda y radiante, junto con un insaciable deseo de hacer el bien. Sobre todos descendió además la plena efusión del Espíritu Santo; y llenos de su santa decisión y de una sincera disposicion de ánimo, levantabais con piadosa confianza vuestras manos al Dios omnipotente, suplicándole os fuera propicio si es que en algo involuntariamente habíais pecado.

Día y noche os mostrabais solícitos por la fraternidad universal, para que los elegidos de Dios obtuvieran la salvación mediante la misericordia y la conciencia. Erais sinceros y sencillos, perdonándoos mutuamente las ofensas. Teníais por abominable todo cuanto oliese a sedición o ruptura; os dolíais de los pecados de los demás y considerabais como vuestros sus propios defectos. Jamás os arrepentisteis de haber hecho el bien, dispuestos a toda forma de trabajo honrado. Adornados de un comportamiento virtuoso en toda la línea y digno de veneracibn, os conducíais según el temor de Dios, cuyos mandamientos y preceptos llevabais escritos en la amplitud de vuestro corazón.

Se os había otorgado todo el honor y la amplitud de corazón, y se cumplió lo escrito: Comió y bebió hasta saciarse, engordó mi cariño, y tiró coces. De aquí nacieron celos y envidias, contiendas y bandos, persecuciones y sediciones, guerra y cautividad. Así los sin honor se alzaron contra los honrados, los sin gloria contra los cubiertos de gloria, los necios contra los sabios, los jóvenes contra los ancianos. Por esta razón, se exiliaron la justicia y la paz, por haber cada cual abandonado el temor de Dios y haberse oscurecido su fe; por no andar por los caminos de sus mandamientos, ni vivir una vida digna de Cristo. Cada uno marcha más bien tras los apetitos de su depravado corazón, reasumiendo aquella inicua e impía envidia por la que la muerte entró en el mundo.



MARTES


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 12, 1-9; 13, 2-18 Vocación y bendición de Abrán

El Señor dijo a Abrán:

—Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo.

Abrán marchó, como le había dicho el Señor, y con él marchó Lot. Abrán tenía setenta y cinco años cuando salió de Jarán.

Abrán llevó consigo a Saray, su mujer; a Lot, su sobrino; todo lo que había adquirido y todos los esclavos que había ganado en Jarán. Salieron en dirección de Canaán y llegaron a la tierra de Canaán.

Abrán atravesó el país hasta la región de Siquén y llegó a la encina de Moré (en aquel tiempo habitaban allí los cananeos).

El Señol se apareció a Abrán y le dijo:

—A tu descendencia le daré esta tierra.

El construyó allí un altar en honor del Señor, que se le había aparecido.

Desde allí continuó hacia las montañas al este de Betel, y plantó allí su tienda, con Betel a poniente y Ay a levante; construyó allí un altar al Señor e invocó el nombre del Señor.

Abrán se trasladó por etapas al Negueb.

Abrán era muy rico en ganado, plata y oro. Desde el Negued se trasladó por etapas a Betel, al sitio donde había fijado en otro tiempo su tienda, entre Betel y Ay, donde había construido un altar; y allí invocó el nombre del Señor.

También Lot, que acompañaba a Abrán, poseía ovejas, vacas y tiendas; de modo que ya no podían vivir juntos en el país, porque sus posesiones eran inmensas y ya no cabían juntos. Por ello surgieron disputas entre los pastores de Abrán y los de Lot. (En aquel tiempo cananeos y fereceos ocupaban el país).

Abrán dijo a Lot:

—No haya disputas entre nosotros dos ni entre nuestros pastores, pues somos hermanos. Tienes delante todo el país, sepárate de mí: si vas a la izquierda, yo iré a la derecha; si vas a la derecha, yo iré a la izquierda.

Lot echó una mirada y vio que toda la vega del Jordán, hasta la entrada de Zoar, era de regadío (esto era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra): parecía un jardín del Señor, o como Egipto. Lot se escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron los dos hermanos.

Abrán habitó en Canaán; Lot en las ciudades de la vega, plantando las tiendas hasta Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y pecaban gravemente contra el Señor.

El Señor habló a Abrán, después que Lot se había separado de él:

—Desde tu puesto dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes. Anda, pasea el país a lo largo y a lo ancho, pues te lo voy a dar.

Abrán alzó la tienda y fue a establecerse junto al encinar de Mambré, en Hebrón, donde construyó un altar en honor del Señor.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (4-5: Funk 1, 65-69)

Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles

Ya veis, hermanos, cómo el fratricidio de Caín fue el resultado de la emulación y de la envidia. A causa de la emulación, nuestro padre Jacob tuvo que huir de la presencia de su hermano Esaú. La emulación hizo que José fuera perseguido a muerte y reducido a esclavitud. La emulación obligó a Moisés a huir de la presencia del Faraón, rey de Egipto, al oír que uno de su mismo pueblo decía: ¿Quién te ha nombrado jefe y juez nuestro? ¿Es que pretendes matarme como mataste al egipcio? Por emulación Aarón y María fueron confinados fuera del campamento.

La emulación hizo bajar vivos al abismo a Datán y Abirán, por haberse rebelado contra Moisés, el siervo de Dios. Por causa de la emulación no sólo tuvo David que soportar la envidia de los extranjeros, sino que además hubo de sufrir la persecución del rey Saúl.

Pero dejemos el ejemplo de los antiguos y vengamos a considerar los luchadores más cercanos a nosotros; expongamos los ejemplos de magnanimidad que han tenido lugar en nuestros tiempos. Aquellos que eran las máximas y más legítimas columnas de la Iglesia sufrieron persecución por envidia y emulación y lucharon hasta la muerte. Pongamos ante nuestros ojos a los santos apóstoles. A Pedro, que, por una hostil emulación, tuvo que soportar no una o dos, sino innumerables dificultades, hasta sufrir el martirio y llegar así a la posesión de la gloria merecida.

Esta misma envidia y rivalidad dio a Pablo ocasión de alcanzar el premio debido a la paciencia: encarcelado siete veces, obligado a huir, apedreado y, habiéndose convertido en mensajero de la Palabra en el oriente y en el occidente, su fe se hizo a todos patente, ya que, después de haber enseñado a todo el mundo el camino de la justicia, habiendo llegado hasta el extremo occidente, sufrió el martirio de parte de las autoridades y, de este modo, partió de este mundo hacia el lugar santo, dejándonos un ejemplo perfecto de paciencia.



MIÉRCOLES


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 14, 1-24

Melquisedec bendice a Abrán victorioso

Siendo Amrafel rey de Senaar, Arioc rey de Elasar, Codorlahomer rey de Elam, Tideal rey de Pueblos, declararon la guerra a Bera, rey de Sodoma; a Birsa, rey de Gomorra; a Sinab, rey de Adma; a Seméber, rey de Seboín, y al rey de Bela (o Soar). Estos se reunieron en Valsidín (hoy el Mar Muerto).

Durante doce años habían sido vasallos de Codorlahomer, al decimotercero se rebelaron; el año decimocuarto vino Codorlahomer con sus reyes aliados y fue derrotando a los refaítas en Astarot Carnaín, a los zuzeos en Ham, a los emeos en Savé de Dosvillas y a los hurritas en los montes de Seír, junto a El Parán, al margen del desierto.

Después volvieron y entraron por Fuenteljuicio (que hoy se llama Cades) y sometieron el territorio amalecita y también a los amorreos, que habitaban en Pedregal de Palma. Entonces hicieron una expedición los reyes de Sodoma, Gomorra, Adma, Seboín y Bela (o Soar) y presentaron batalla en Valsidín a Codorlahomer, rey de Elam; Tideal, rey de Pueblos; Amrafel, rey de Senaar; Arioc, rey de Elasar: cinco reyes contra cuatro.

Valsidín está lleno de pozos de asfalto, y los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos al huir, mientras que los otros escapaban a los montes. Los vencedores saquearon las posesiones de Sodoma y Gomorra con todas las provisiones y se fueron; al marcharse se llevaron también a Lot, sobrino de Abrán, con sus posesiones, pues Lot habitaba en Sodoma.

Un fugitivo vino y se lo contó a Abrán el Hebreo, que acampaba junto al encinar de Mambré el Amorreo, pariente de Escol y Aner, aliados de Abrán.

Cuando Abrán oyó que su sobrino había caído prisionero, reunió a los esclavos nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y persiguió a los enemigos hasta Dan; con su tropa cayó sobre ellos de noche y los persiguió hasta loba, al norte de Damasco; recuperó todas las posesiones y se trajo también a Lot, su hermano, con sus posesiones, las mujeres y la tropa.

Cuando Abrán volvía después de derrotar a Codorlahomer y los reyes aliados, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el valle de Savé, que es Valderrey.

Melquisedec, rey de Salén, sacerdote de Dios Altísimo, le sacó pan y vino, y le bendijo diciendo:

—Bendito sea Abrán de parte de Dios Altísimo, que creó el cielo y la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que ha entregado tus enemigos a tus manos.

Y Abrán le dio el diezmo de todo.

El rey de Sodoma dijo a Abrán:

–Dame la gente, quédate con las posesiones.

Pero Abrán replicó:

—Juro por el Señor Dios Altísimo, creador de cielo y tierra, que no aceptaré una hebra ni una correa de sandalia ni nada de lo que te pertenece, para que no digas que has enriquecido a Abrán. Sólo acepto lo que han comido mis mozos y la parte de los que me acompañaron, Aner, Escol y Mambré; que ellos se lleven su parte.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (6-8: Funk 1,69-73)

De generación en generación, el Señor concedió un tiempo
de penitencia a los que deseaban convertirse a él

A estos hombres, maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo. Por envidia fueron perseguidas muchas mujeres que, cual nuevas Danaides y Dirces, sufriendo graves y nefandos suplicios, corrieron hasta el fin de la ardua carrera de la fe y, superando la fragilidad de su sexo, obtuvieron un premio memorable. La envidia hizo que los ánimos de las esposas se retrajesen de sus maridos, trastornando así aquella afirmación de nuestro padre Adán: ¡Ésta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! La emulación y la rivalidad destruyeron grandes ciudades e hicieron desaparecer totalmente poblaciones numerosas.

Todo esto, carísimos, os lo escribimos no sólo para recordaros vuestra obligación, sino también para recordarnos la nuestra, ya que todos nos hallamos en la misma palestra y tenemos que luchar el mismo combate. Por esto debemos abandonar las preocupaciones inútiles y vanas, y poner toda nuestra atención en la gloriosa y venerable regla de nuestra tradición, para que veamos qué es lo que complace y agrada a nuestro Hacedor. ,

Fijemos con atención nuestra mirada en la sangre de Cristo, y reconozcamos cuán preciosa ha sido a los ojos de Dios, su Padre, pues, derramada por nuestra salvación, alcanzó la gracia de la penitencia para todo el mundo.

Recorramos todos los tiempos, y aprenderemos cómo el Señor, de generación en generación, concedió un tiempo de penitencia a los que deseaban convertirse a él. Noé predicó la penitencia, y los que lo escucharon se salvaron. Jonás anunció a los ninivitas la destrucción de su ciudad, y ellos, arrepentidos de sus pecados, pidieron perdón a Dios, y, a fuerza de súplicas, alcanzaron la indulgencia, a pesar de no ser del pueblo elegido.

De la penitencia hablaron, inspirados por el Espíritu Santo, los que fueron ministros de la gracia de Dios. Y el mismo Señor de todas las cosas habló también, con juramento, de penitencia diciendo: Por mi vida –oráculo del Señor–, juro que no quiero la muerte del malvado, sino que cambie de conducta; y añade aquella hermosa sentencia: Cesad de obrar mal, casa de Israel. Di a los hijos de mi pueblo: «Aunque vuestros pecados lleguen hasta el cielo, aunque sean como púrpura y rojos como escarlata, si os convertís a mí de todo corazón y decís: 'Padre', os escucharé como a mi pueblo santo».

Y en otro lugar dice así: Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos -dice el Señor–. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor.

Queriendo, pues, el Señor que todos los que él ama tengan parte en la penitencia, lo confirmó así con su omnipotente voluntad.



JUEVES


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 15, 1-21

Alianza de Abrán con el Señor

Después de estos sucesos, Abrán recibió en visión la palabra del Señor:

—No temas, Abrán, yo soy tu escudo, y tu paga será abundante.

Abrán contestó:

—Señor, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?

Y añadió:

–No me has dado hijos, y un criado de casa me heredará. La palabra del Señor le respondió:

–No te heredará ése, sino uno salido de tus entrañas. Y el Señor lo sacó afuera y le dijo:

—Mira al cielo, cuenta la estrellas si puedes.

Y añadió:

–Así será tu descendencia.

Abrán creyó al Señor y se le contó en su haber. El Señor le dijo:

—Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra.

El replicó:

—Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla? Respondió el Señor:

–Tráeme una novilla de tres años, una cabra de tres años, un carnero de tres años, una tórtola y un pichón. Abrán los trajo y los cortó por el medio, colocando cada mitad frente a la otra, pero no descuartizó las aves.

Los buitres bajaban a los cadáveres y Abrán los espantaba. Cuando iba a ponerse el sol, un sueño profundo invadió a Abrán y un terror intenso y oscuro cayó sobre él. El Señor dijo a Abrán:

—Has de saber que tu descendencia vivirá como forastera en tierra ajena, tendrá que servir y sufrir opresión durante cuatrocientos años, pero saldrá con grandes riquezas. Yo juzgaré al pueblo a quien,han de servir, y al final saldrán cargados de riquezas. Tú te reunirás en paz con tus abuelos y te enterrarán ya muy viejo. A la cuarta generación volverán, pues hasta entonces no se colmará la culpa de los amorreos.

El sol se puso y vino la oscuridad; una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados.

Aquel día el Señor hizo alianza con Abrán en estos términos:

–A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al Gran Río (Éufrates): la tierra de los quenitas, quenizitas, cadmonitas, hititas, fereceos, refaítas, amorreos, cananeos, guirgaseos y jebuseos.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (9-11: Funk 1, 73-75)

Abrahán, llamado amigo, fue hallado fiel

Obedezcamos, por tanto, a su magnífico y glorioso designio, e implorando con súplicas su misericordia y benignidad, recurramos a su benevolencia y convirtámonos, dejadas a un lado las vanas obras, las contiendas y la envidia, que conduce a la muerte.

Tengamos los ojos fijos en aquellos que incondicionalmente se pusieron al servicio de su magnífica gloria. Tomemos como ejemplo a Henoc, quien, hallado justo en la obediencia, fue trasladado sin pasar por la muerte. Noé fue hallado fiel, y se le confió la misión de predicar al mundo la regeneración y, por su medio, salvó el Señor a los animales que, en buena armonía, entraron con él en el arca.

Abrahán, llamado amigo, fue hallado fiel por haber obedecido los mandatos de Dios. Por obediencia, salió de su tierra, de su parentela y de la casa de su padre, para poder entrar en posesión de las promesas de Dios a cambio de una tierra escasa, de una parentela débil y de una casa pequeña.

Le dijo, en efecto, el Señor: Sal de tu tierra, de tu patria y de la casa de tu padre hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo. Y cuando se hubo separado de Lot, nuevamente le dijo Dios: Desde tu puesto dirige la mirada hacia el norte, mediodía, levante y poniente. Toda la tierra que abarques te la daré a ti y a tus descendientes para siempre. Haré a tus descendientes como el polvo de la tierra: el que pueda contar el polvo de la tierra podrá contar a tus descendientes. Y de nuevo: El Señor sacó afuera a Abrán y le dijo: «Mira al cielo, cuenta las estrellas si puedes: así será tu descendencia». Por su fe y su hospitalidad le fue concedido un hijo siendo ya viejo, y por obediencia se lo ofreció a Dios en sacrificio en uno de los montes que Dios le había indicado.

Por su hospitalidad y su piedad Lot salió ileso de Sodoma, mientras toda la región en torno era abrasada en el fuego y el azufre, con lo que el Señor puso de manifiesto que no abandona a los que esperan en él, pero castiga severamente a los que se apartan de sus mandatos. En efecto, la mujer de Lot quedó convertida hasta el día de hoy en estatua de sal, como símbolo de esta verdad: que los indecisos y los que dudan de la potencia de Dios se convierten en juicio y escarmiento para todas las generaciones.



VIERNES


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 16, 1-16

Nacimiento de Ismael

Saray, la mujer de Abrán, no le daba hijos; pero tenía una sierva egipcia llamada Hagar.

Y Saray dijo a Abrán:

—El Señor no me deja tener hijos; llégate a tu sierva a ver si por ella tengo hijos.

Abrán aceptó la propuesta.

A los diez años de habitar Abrán en Canaán, Saray, la mujer de Abrán, tomó a Hagar, la esclava egipcia, y se la dio a Abrán, su marido, como esposa. El se llegó a Hagar y ella concibió. Y al verse encinta le perdió el respeto a su señora.

Entonces Saray dijo a Abrán.

Tú eres responsable de esta injusticia; yo he puesto en tus brazos a mi sierva, y ella al verse encinta me desprecia. El Señor juzgue entre nosotros dos.

Abrán dijo a Saray:

–En tu poder está tu esclava; trátala como te parezca. Saray la maltrató y ella se escapó.

El ángel del Señor la encontró junto a la fuente del desierto, la fuente del camino del Sur, y le dijo:

Hagar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y adónde vas?

Ella respondió:

Vengo huyendo de mi señora.

El ángel del Señor le dijo:

Vuelve a tu señora y sométete a ella.

Y el ángel del Señor añadió:

Haré tan numerosa tu descendencia, que no se podrá contar.

Y el ángel del Señor concluyó:

—Mira, estás encinta y darás a luz un hijo y lo llamarás Ismael, porque el Señor ha escuchado tu aflicción. Será un potro salvaje: su mano irá contra todos y la de todos contra él; vivirá separado de sus hermanos.

Hagar invocó el nombre del Señor, que le había hablado:

Tú eres Dios, que me ve (diciéndose): ¡He visto al que me ve!

Por eso se llama aquel pozo «Pozo del que vive y me ve», y está entre Cades y Bared.

Hagar dio un hijo a Abrán, y Abrán llamó al hijo que le había dado Hagar, Ismael. Abrán tenía ochenta y seis años cuando Hagar dio a luz a Ismael.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (12-13: Funk 1, 75-79)

Seamos humildes de corazón

Por su fe y su hospitalidad, Rajab, la prostituta, fue conservada incólume. Pues habiendo Josué, hijo de Nun, enviado espías a la ciudad de Jericó, se enteró el rey de aquel país de que habían venido a reconocer todo el país, y despachó gente para prenderlos y, una vez en su poder, matarlos. Pues bien, la hospitalaria Rajab, tomándolos los escondió en la azotea bajo los haces de lino. Cuando se presentaron los emisarios del rey diciendo: «Han entrado en tu casa unos espías que han venido a reconocer nuestro país, sácalos, pues así lo ordena el rey», ella respondió: «Es cierto que entraron en mi casa los hombres que buscáis, pero partieron inmediatamente y van ya su camino», indicándoles justamente la dirección contraria. Y a los espías les dijo: «Sé perfectamente que el Señor os ha entregado esta ciudad, pues una ola de terror y de temor ha caído sobre sus habitantes. Cuando la conquistéis, respetad mi vida y la vida de la casa de mi padre». Ellos le dijeron: «Se hará como lo has pedido. En cuanto te enteres de que nos acercamos a la ciudad, reúne a toda tu familia aquí, en tu casa. El que salga a la calle será responsable de su muerte». Además le ordenaron poner una señal, a saber, que una cinta roja colgara de la ventana de su casa, simbolizando de este modo que todos los que creen y esperan en Dios serían redimidos por la sangre del Señor. Ya veis, queridos, cómo esta mujer no sólo tenía la fe, sino también el espíritu de profecía.

Seamos, pues, hermanos, humildes de corazón, y deponiendo toda jactancia, ostentación e insensatez, y los arrebatos de la ira, cumplamos lo que está escrito, pues lo dice el mismo Espíritu Santo: No se gloríe el sabio de su sabiduría, no se gloríe el fuerte de su fortaleza, no se gloríe el rico de su riqueza; el que se gloríe, que se gloríe en el Señor, para buscarle a él y practicar el derecho y la justicia; especialmente si tenemos presentes las palabras del Señor Jesús, aquellas que pronunció para enseñarnos la benignidad y la longanimidad.

Dijo, en efecto: Sed misericordiosos, y alcanzaréis misericordia; perdonad, y se os perdonará; como vosotros hagáis, así se os hará a vosotros; dad, y se os dará; no juzguéi. y no os juzgarán; como usareis la benignidad, así la usarán con vosotros; la misma medida que uséis la usarán con vosotros.

Que estos mandamientos y estos preceptos nos comuniquen firmeza para poder caminar, con toda humildad, en la obediencia de sus consejos. Pues dice la Escritura santa: En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.



SÁBADO


PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis' . 17, 1-27

La circuncisión como signo de alianza entre Dios y Abrahán

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el Señor y le dijo:

Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia con lealtad, y haré una alianza contigo: haré que te multipliques sin medida.

Abrán cayó de bruces y Dios le dijo:

Mira, éste es mi pacto contigo: serás padre de muchedumbre de pueblos. Ya no te llamarás Abrán, sino Abrahán, porque te hago padre de muchedumbre de pueblos. Te haré crecer sin medida, sacando pueblos de ti, y reyes nacerán de ti. Cumpliré mi pacto contigo y con tu descendencia en futuras generaciones, como pacto perpetuo. Seré tu Dios y el de tus descendientes futuros. Os daré a ti y a tu descendencia futura la tierra en que peregrinas, como posesión perpetua, y seré su Dios.

Dios añadió a Abrahán:

–Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Este es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones; circuncidaréis el prepucio, y será una señal de mi pacto con vosotros. A los ocho días de nacer, todos vuestros varones de cada generación serán circuncidados; también los esclavos nacidos en casa o comprados a extranjeros que no sean de vuestra raza. Circuncidad a los esclavos nacidos en casa o comprados. Así llevaréis en la carne mi pacto como pacto perpetuo. Todo varón incircunciso, que no ha circuncidado su prepucio, será apartado de su pueblo por haber quebrantado mi pacto.

Dios dijo a Abrahán:

Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré y te dará un hijo y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones.

Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: «¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar luz a los noventa?».

Y Abrahán dijo a Dios:

Me contento con que conserves sano a Ismael en tu presencia.

Dios replicó:

No, es Sara quien te va a dar un hijo; lo llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré crecer en extremo, engendrará doce príncipes y se hará un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas.

Cuando el Señor terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

Entonces Abrahán tomó a su hijo Ismael, a los esclavos nacidos en casa o comprados, a todos los varones de lacasa de Abrahán, y los circuncidó aquel mismo día, como se lo había mandado Dios.

Abrahán tenía noventa y nueve años cuando se circuncidó; Ismael tenía trece años cuando se circuncidó. Aquel mismo día se circuncidaron Abrahán y su hijo Ismael. Y todos los varones de casa, nacidos en casa o comprados a extranjeros se circuncidaron con él.


SEGUNDA LECTURA

San Clemente de Roma, Carta a los Corintios (14-17: Funk 1, 79-85)

Ved qué dechado se nos propone

Así pues, es justo y santo, hermanos, obedecer a Dios antes de seguir a quienes por soberbia y espíritu de rebeldía se han constituido en cabecillas de una detestable rivalidad. Pues no sólo sufriríamos un no leve detrimento, sino que correríamos un grave riesgo si inconsideradamente nos confiáramos a los planes de unos hombres que urden rivalidades y sediciones con el fin de apartarnos de la rectitud y de la bondad. Seamos benévolos unos con otros, imitando las entrañas de misericordia y bondad de nuestro Creador.

Porque Cristo es de los humildes de corazón, no de los que se creen superiores al resto del rebaño. El Señor Jesús —que es el cetro de la majestad de Dios— no vino al mundo con ostentación de fasto y de poder, como estaba en su mano hacerlo, sino con humildad, conforme a lo que de él había dicho el Espíritu Santo. Dice, en efecto: El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron.

Ved, hermanos, qué dechado se nos propone: pues si el Señor se humilló hasta tal extremo, ¿qué no habremos de hacer nosotros, que por amor suyo hemos aceptado el yugo de su gracia?

Imitemos también a aquellos que erraban por el mundo, cubiertos de pieles de ovejas o de cabras, predicando la venida de Cristo; nos referimos a los profetas Elías, Eliseo y Ezequiel y, además, a todos los que recibieron la aprobación de Dios. Abrahán goza de un magnifico testimonio, pues se le llama «amigo de Dios»; y sin embargo, dirigiéndose a la gloria de Dios, dice con toda humildad: Yo soy polvo y ceniza.

A Moisés se le llama el más fiel de todos mis siervos, y por su ministerio juzgó Dios a Egipto con plagas y tormentos. Y a pesar de haber sido grandemente honrado, no habló con arrogancia, sino que al recibir el oráculo desde la zarza, dijo: ¿Quién soy yo para que me envíes?