«Yo soy cero, Dios es todo»
«Para mí todo se ha desarrollado con la más absoluta normalidad y sólo lo que sucedía, mientras sucedía, despertaba en mí estupor, ya que era Dios quien lo llevaba a cabo». A punto de cumplir ochenta años, don Luigi Giussani abre su corazón en una amplia entrevista que recorre su vida y la experiencia de CL.
A
cargo de DINO BOFFO
AVVENIRE, 13 de octubre de 2002
Le
miras a los ojos y te preguntas: ¿cuál es el misterio de una vida? Y me refiero
a vidas sencillas y a vidas importantes. Pero, ¿por qué importantes? ¿En qué se
basa su importancia? ¿En la notoriedad pública? ¿En el número de seguidores? ¿O,
tal vez, en las obras realizadas? El sacerdote que tenemos delante es,
ciertamente, famoso. Sin duda está destinado a entrar en la historia religiosa
del siglo XX. Da apuro pensar que miles de personas querrían estar delante de
él, poder dirigirle una sola pregunta. Si levantas la mirada descubres que
detrás de él hay una multitud de jóvenes (y menos jóvenes ya) conscientes y de
entusiastas impenitentes. Percibes inmediatamente lo que no sólo en términos
técnicos se denomina ‘carisma’. Este hombre lo tiene para dar y regalar y lo
reconocen incluso los que se mantienen escépticos ante su mensaje. Y ahora, que
es anciano y está debilitado, más que nunca es una sola cosa con su carisma,
está ensimismado y cautivado por él. Viene a la cabeza de forma espontánea la
corriente comunicativa que lo liga a su Dios. Debe ser una relación fuerte y
continua. Además, debe ser la clave secreta de todo “fundador”, especialmente
cuando corren malos tiempos para las estructuras: extraen de la Fuente viva lo
que fascina y refuerza a las almas. Muchos de estos movimientos más recientes
han brotado del tronco secular, pero joven y fecundo, de la catolicidad
italiana. Si no sonara inconveniente, tendría la tentación de decirle: «Don
Giussani, ¿no le parece que es usted mucho más que su movimiento, que su mirada
va más allá y su ilusión va aún más lejos? Usted será, seguro, un maestro, un
concentrado de los maestros que ha tenido, pero ¿ no es más aún un testigo en el
sentido literal del término: alguien que ha visto y por eso habla y puede hablar
a todos?» Mientras tanto, don Giussani me mira esperando la primera pregunta
que, desgraciadamente, es diferente de éstas.
Ochenta años. Don Gius, ¿cómo es la vida a estas alturas?
La vida a estas alturas está hecha para reconocer el nombre de Dios en todas las
cosas y para reconocer el Espíritu creador que obra en ella. Así se cumplen las
palabras de la poesía de Ada Negri, Mi juventud: «No te he perdido. Te has
quedado,/ en el fondo de mi ser. Eres tú, pero eres otra:/ ...más bella/ Amas, y
no esperas ser amada: ante cada/ flor que se abre o fruto que madura,/ o párvulo
que nace, al Dios de los campos/ y las estirpes das gracias de corazón».
¿Cómo ha incidido en su obra el sentido del tiempo que corre veloz? En
otras palabras, ¿ se ha desarrollado su vida bajo el signo de la urgencia?
Espero que mi vida se haya desarrollado según lo que Dios deseaba de ella. Se
puede decir que se ha desarrollado bajo el signo de la urgencia porque toda
circunstancia, o mejor cada instante, ha sido para mi conciencia cristiana
búsqueda de la gloria de Cristo. Mi obispo, el cardenal Tettamanzi, al llegar a
la sede de Milán dijo: «Los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, aun
inconscientemente, nos piden que les “hablemos” de Cristo, es más, que les
hagamos “verlo”». Jesucristo, Su gloria humana en la historia, es el único signo
positivo en medio del mundo, que, de otro modo, sería un moverse absurdo de
tiempo y espacio. Porque, como diría Eliot, sin el significado no hay tiempo. La
vida está llena de nulidad y negatividad, y Jesús de Nazaret es el desquite.
Esto lo tengo claro. Así, la esperanza es la certeza por la cual se puede
respirar en el presente, en el presente se puede gozar.
¿Hubo un momento en los primeros decenios de su vida en el que tuviera
el presentimiento de lo que brotaría de su iniciativa sacerdotal? A sabiendas de
que es algo delicado y personal, ¿podría contárnoslo?
No
podría fijar un momento que haya sido especialmente “instigador”. Para mí, todo
se ha desarrollado con la más absoluta normalidad y tan sólo lo que sucedía,
mientras sucedía, suscitaba estupor, ya que era Dios quien lo llevaba a cabo
haciendo de ello la trama de una historia que acontecía – y acontece – ante mis
ojos. He visto el acontecer de un pueblo, en nombre de Cristo, protagonista de
la historia.
Sus chicos le quieren muchísimo. Cuando les habla, incluso en asambleas
multitudinarias, no se oye ni una mosca. Se intuye que para muchos usted es un
padre, representa el ideal. ¿Le cohíbe esto?
No me
cohíbe, me hace rezar a Dios para que sepa siempre dar razones y fuerza para la
libertad de los jóvenes.
Don Giussani es una de las figuras más conocidas de los últimos
decenios, si bien nunca ha aparecido demasiado en público, se diría que lo
indispensable. ¿Timidez o coquetería, decisión calculada o espontánea?
Decisión espontánea de un ánimo que tiende a la verdad, aun siendo bien
consciente de mis límites.
Durante años, al nombrarle, y casi a pesar de su persona, ha sido casi
obligatorio tomar partido: o decididamente a favor o en contra. ¿Por qué cree
que ha sido así?
Aunque reconozco el favor, esto no me ha hecho olvidar el precio del sacrificio
que se me pide.
Quien le está entrevistando proviene de una experiencia eclesial que se
ha considerado como “opuesta” a CL. Las crónicas de actualidad se han llenado
por años con el conflicto AC-CL. ¿Piensa usted que era algo inevitable o tiene
algún reproche que hacer o que hacerse al respecto?
Creo
que un grupo de fieles cuanto más trata de vivir la fe y de educarse en el
apostolado bajo la influencia de análisis sinceros y apasionados, tanto más
corre el riesgo de ser parcial en sus referencias, ya que es imposible que un
análisis pueda abarcarlo todo. Pero si se mantienen las relaciones y crecen en
la caridad, como Cristo y los Apóstoles han recomendado, las distinciones y las
diferencias llegan a ser una colaboración.
Perdone la ingenuidad de la pregunta: ¿qué es CL para don Giussani?
Es
una amistad (el ex rector de la Universidad de Munich y fundador de la
Universidad de Eichstätt, el profesor Nikolaus Lobkowicz, escribió que para él
conocer CL supuso descubrir la amistad como “virtud”) que asegura un común
esfuerzo de colaboración en la reflexión sobre la fe y en el intento de
convertir en una expresión común la voluntad de testimoniar a Cristo como
inspirador de paz y de ayuda mutua. Y en la carta que me dirigió el Papa por el
XX aniversario de la Fraternidad de CL, afirma que «el movimiento ha querido y
quiere indicar no un camino, sino el camino para llegar a la solución del drama
existencial» del hombre de hoy. Y añade: «El camino es Cristo... Comunión y
Liberación, más que ofrecer cosas nuevas, apunta a hacer redescubrir la
Tradición y la historia de la Iglesia, para volver a expresarla en formas
capaces de hablar y de interpelar a los hombres de nuestro tiempo». Existimos
sólo por esto.
Sacerdote, educador y líder. No lo
niegue: usted ha sido y es un capo en toda regla. ¿Cuál es la mayor alegría y la
mayor dificultad en la guía de un pueblo de jóvenes y ex jóvenes?
La
mayor alegría y, a la vez, la mayor dificultad en la guía de un pueblo está en
el pedir sincera y continuamente a Dios, y por tanto al Espíritu y a la Virgen,
luz para la propia inteligencia y fuego ardiente para la propia caridad frente a
todos los problemas que surgen en el corazón de cada hombre, ante los
acontecimientos que el Misterio de Dios permite que sucedan, problemas que se
imponen al corazón y al trabajo de cada uno en el lugar donde se encuentra.
La semilla de Comunión y Liberación se ha esparcido por todos los
continentes. ¿Qué criterio señala para que se difunda con fidelidad al designio
original?
La
difusión de los criterios teóricos y prácticos en todo el mundo es un don que
hay que pedir continuamente a Cristo y por ello debe ser objeto de la oración al
Misterio del Padre, como Cristo nos ha enseñado: en la coherente búsqueda de los
principios de la fe y de la caridad, en la obediencia humilde a los pastores de
la grey que son los obispos. La obediencia a la autoridad de la Iglesia – ante
todo, al Papa, cauce establecido para la seguridad de nuestra fe católica –
constituye el criterio original y perfecto. Si se mantiene una actitud así, el
paso de los años supone una confirmación (es decir, cumple lo que era una
promesa).
Me toca ser indiscreto. ¿Cómo reza don Giussani y cuál es la invocación
que sale más frecuentemente de su corazón durante la jornada?
Mi
oración es la liturgia y la repetición continuada de una fórmula: Veni
Sancte Spiritus, Veni per Mariam. Ven Espíritu Santo, ven por María, hazte
presente a través del seno y de la carne de la Virgen. Esta antigua jaculatoria
es síntesis de toda la Tradición y señala el método de Dios para darse a conocer
a los hombres: la Encarnación. Todo el cristianismo está ahí. Dante habla en su
himno a la Virgen del “calor” del vientre de la Virgen: pensar que desde ahí se
proclama el Misterio es verdaderamente lo más misterioso, y sólo en la
experiencia de una comunión vivida se puede empezar a comprender algo de este
inefable misterio de Dios.
Por ello, la oración es el gesto más razonable que el hombre, implicado en la
lucha cotidiana por la vida, puede realizar, la petición es el alfa y la omega
de todo. Yo no he hecho nada, soy un cero. Todo lo hace el Infinito y nosotros
no haríamos nada si no se nos diera.
Con ochenta años tal vez sea inevitable pensar en la sucesión. ¿Puedo
saber que se espera de quien recoja el testigo?
De la Misericordia de Dios y de la Virgen me espero una persona que responda coherentemente a los contenidos de las últimas preguntas.