Communium Interpretes Dolorum
Carta Encíclica de PÍO XII
Se ordenan preces públicas para lograr la paz de los pueblos
15 de abril de1945
Venerables
hermanos, salud y bendición apostólica.
1.
Por cuanto fallan los medios humanos ha de invocarse a Dios, para poner
término a la guerra
Nos,
intérpretes de los comunes dolores que desde hace mucho tiempo afligen
acerbísimamente a casi todos los pueblos, no deseamos sino lo que, o conduzca a
desterrar y aliviar, a medida de Nuestras fuerzas, las innumerables miserias, o
lo que corresponda a acelerar el fin de tanta desgracia. Pero sabemos,
naturalmente, que los recursos humanos no alcanzan a remediar esas ingentes
calamidades; sabemos que los medios de la mente humana, sobre todo cuando el
odio y la enemistad la ofuscan, no llega fácilmente a un justo y equitativo
arreglo, ni se deja encaminar hacia la concordia fraternal.
Por esto es necesario volver a implorar una y otra vez al Padre de las luces
y misericordias[i],
quien solo puede en tan vehemente colisión y apasionamiento persuadir a todos
los hombres de que ya se han acumulado espantosamente ruinas y devastaciones,
que se han derramado demasiadas lágrimas y vertido demasiada sangre, y que, por
tanto, los derechos divinos y humanos imponen terminantemente que esa horrible
matanza se abandone y termine.
2.
El Papa pide nuevamente oraciones por la paz
Por
tanto, al acercarse el mes de mayo consagrado (en Europa) de un modo peculiar a
la Santísima Virgen Madre de Dios, Nos deseamos, como ya lo expresamos en años
anteriores[ii]
también en éste volver a exhortaros a todos, -teniendo presentes ante todo a
los tiernos e inocentes niños- para que con sus ruegos alcancen del Divino
Redentor, por la intercesión de su Santísima Madre que los pueblos, empujados
a la discordia, la lucha y a toda clase de miserias, puedan respirar, por fin,
de tan largo duelo y angustia.
3.
Ante todo, es necesario la conversión y la renovación de la vida
cristiana
Mas por cuanto son los pecados que hemos cometido ante Dios[iii] que nos apartan de Él y
nos hunden miserablemente en la ruina, no basta, como bien sabéis, Venerables
Hermanos, elevar fervorosas preces al cielo, no basta acudir frecuentisimamente
al altar de la Santísima Virgen ofreciéndole limosnas, flores y plegarias,
sino que es de todo punto necesario renovar, mediante las costumbres cristianas,
la vida pública y privada, y echar así los sólidos cimientos en que
únicamente puede apoyarse y descansar el edificio, no desunido ni tambaleante
sino firme y concorde de la sociedad doméstica y civil. Todos recuerden y
lleven a la práctica aquélla exhortación del santo profeta que dice: "Convertíos
a mí, dice el Señor de los Ejércitos, y yo me volveré a vosotros"[iv], y mediten igualmente
aquellas palabras del sapientísimo Obispo de Hipona: "Muda tu corazón
y mudará tu obra: extirpa la pasión e implanta la caridad"[v].
"¿Deseas la paz? Practica la justicia y tendrás paz, pues la justicia
y la paz se dieron el ósculo"[vi].
"Si no amas la justicia no tendrás paz: pues, se aman ambos a dos, la
justicia y la paz: de modo que si obrares bien encontrarás la paz besando a la
justicia... Si quieres, pues, llegar a la paz, obra la justicia, declina la
maldad y ejecuta el bien, que esto es amar la justicia; y si ya te has
apartado del mal y obrado el bien, busca la paz y persíguela"[vii].
4.
Las intenciones por las cuales hay que rezar en Jesús y María
Si todos los fieles cristianos estuvieran animados de este espíritu y
conformaran su vida a él, sin duda subirían gratas su preces al trono del
Altísimo y alcanzarían de Dios propicio los consuelos y dones que al presente
tanto necesitamos.
Sabéis qué dones, qué auxilios y consuelos necesitamos en primer lugar en los
peligrosísimos momentos que vivimos. Debemos ante todo pedir fervorosamente que
las mentes y corazones se iluminen y se renueven por los preceptos cristianos,
de los cuales solamente se ha de esperar la salvación pública y privada; que
la guerra aniquiladora de pueblos y naciones cese de causar estragos y que las
Ligas de los ciudadanos, por un pacto amistoso, pacificadas y unidas entre sí,
se empeñen, bajo los auspicios de la justicia y la caridad, en levantar del
inmenso cúmulo de ruinas el nuevo edificio de la comunidad humana.
Además, hemos de pedir, mediante oraciones y penitencia, otra cosa al divino
Redentor y a su Santísima Madre, a saber, que la paz -que sea paz verdadera y
sincera- concluya cuanto antes con este sangriento y funesto conflicto.
5.
Oraciones por los gobernantes que han de decidir a suerte de los pueblos
No es, pues, fácil en tal disgregación, perturbación de las cosas , mientras
muchos aún se odian mutuamente y están exacerbados, lograr tal paz que se
suaviza por los iguales platillos de la justicia y que con caridad fraterna
abraza a todos los pueblos y todas las naciones, y que no soporta los ocultos
gérmenes de las discordias y enemistades.
Por tanto, necesitan de peculiar luz celestial aquellos a quienes incumbe
resolver esos asuntos y hacer los pactos, y de cuya prudencia depende no sólo
el destino de su propia nación sino el estado de la convivencia humana y el
curso del porvenir. Nos deseamos pues, que también por estas intenciones se
eleven las plegarias a Dios y que sobre todo los inocentes niños, en el mes de
mayo ( de María) impetren de la Madre de la Sabiduría divina la luz de arriba,
individualmente para los que con su palabra decidirán a causa universal.
Ponderen esos mismos y consideren ante Dios que lo que lo que sobrepasare los
límites de la justicia y la equidad, resultará más tarde o más temprano,
para los vencidos y los vencedores, sumamente perjudicial, por cuanto allí se
ocultan las semillas de guerras futuras.
6.
Oraciones por los desplazados y los prisioneros
Nos queremos además, que los que con agrado responden a esta exhortación
Nuestra, se acuerden en sus oraciones también de los que, prófugos o
expatriados, ya desde hace tiempo anhelan con dolor volver a ver sus lares
domésticos o los que prisioneros, desean y esperan la debida libertad después
de la guerra, o los que con el cuerpo llagado yacen en los innumerables
nosocomios.
7.
Por la intercesión de María
Estos pobres y a todos los demás para los cuales esta tremenda querra trajo
incontables angustias y dolores quiera la benignísima Madre de Dios conceder
los consuelos celestiales y darles al virtud de la cristiana paciencia la cual
hace llevaderas aún las más acerbas penas y ayuda a merecer la gloria eterna.
8.
Recomendación a los Obispos y Bendición Apostólica
A vosotros, Venerables Hermanos, incumbe comunicar estos paternales deseos y
exhortaciones a los fieles confiados a vosotros, a todos los cuales, y en
especial a todos y cada uno de vosotros, impartimos como auspicio de dones
celestiales y testimonio de Nuestra benevolencia, con todo afecto en el Señor,
la Bendición Apostólica.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el domingo, 15 de abril de 1945 consagrado a Jesucristo Buen Pastor, séptimo de Nuestro Pontificado. Pío XII
[i]
Santiago
1, 17; II Cor. 1, 3.
[ii]
Pío
XII ya antes sobre todo en 1941 (20de abril) dirigiéndose en Carta
al Cardenal Luis Maglione su Secretario de Estado, había
prescrito oraciones públicas para obtener la paz por intermedio de María
Santísima.
[iii]
Baruc
6, 1.
[iv]
Zacarías,
1, 3.
[v]
San
Agustín, Sermo de Scriptur. 72,
4.
[vi]
Salmo 84, 11.
[vii]
S. Agust. In Psal. 84, 12.