Religiosa canonesa de S. Agustín, n. el 1 mayo 1531 en Valldemosa (Palma
de Mallorca). De familia humilde, mostró desde niña un profundo espíritu
de oración y de mortificación que se fue intensificando a lo largo de los
años. Al quedar huérfana cuando era aún de tierna edad, fue a vivir a la
localidad de Son Golard con un tío materno que la trató mal, encargándole,
entre otras cosas, de apacentar los rebaños en los vastos campos de su
finca, cuya paz agreste concilió mucho más el ánimo contemplativo de la
muchacha con la elevación hacia Dios.
Deseosa desde hacía tiempo de ser esposa de Jesucristo, C., ya con
20 años, rehusó las propuestas matrimoniales de un primo suyo, y manifestó
su firme intención de hacerse religiosa al P. Antonio Castañeda (1507-83),
el cual colaboró lo que pudo para ayudar tal voluntad, comenzando en
principio por vencer la oposición de los tíos de la joven, y procurando
después encontrar el convento que quisiera acogerla, ya que estaba
desprovista de dote. Entretanto, el mismo P. Castañeda la colocó de
sirvienta en Palma, en casa de su noble amigo Mateo Zaforteza Tagamanent,
que le puso de compañía su hija Isabel, a la que C. enseñó a amar a Dios y
de la que aprendió a leer, a escribir y a bordar. En 1553 entró en el
convento local de S. María Magdalena de las canonesas regulares de S.
Agustín, donde profesó, al cabo de un noviciado de más de dos años, el 24
ag. 1555.
En la vida religiosa se distinguió desde los primeros días por su
conducta perfecta y ejemplar, que la condujo a obedecer siempre con
prontitud cualquier orden, por su devoción a la Santísima Eucaristía y a
la Pasión de Nuestro Señor y por su ardiente caridad hacia Dios y eJ
prójimo, sobre todo para sus propias hermanas de comunidad, para las que
fue constante edificación. La fama de su santidad se propagó bien pronto
por toda España, gracias, sobre todo, a sus frecuentes éxtasis, a menudo
de larga duración (uno de ellos, en 1571, de 21 días seguidos), los cuales
fueron alguna vez infinitamente alegres, cuando le era dado contemplar el
júbilo de los bienaventurados, y otras veces colmados de profunda
tristeza, cuando el Señor le manifestaba la mísera condición y la infeliz
suerte de los pecadores.
Debilitada por las rigurosas mortificaciones, penitencias y
vigilias, después de haber preanunciado ella misma su fin inminente, al
término de un largo éxtasis prolongado desde el 29 de marzo, lunes de
Pasión, hasta el 4 de abril, domingo de Ramos, m. serenamente el 5 abr.
1574, en el convento de S. María Magdalena de Palma de Mallorca, mientras
una suave fragancia se difundía por todos los alrededores, durando hasta
el día de su entierro en un sepulcro provisional preparado bajo las gradas
del altar mayor en la iglesia del monasterio. Trasladados sus restos
posteriormente en 1577, 1628 y 1675, hallaron en 1815 su reposo definitivo
en la suntuosa capilla erigida en su honor por el card. Antonio Despuig.
Los milagros que se verificaron sobre la tumba de C. contribuyeron a
hacer popular y a divulgar cada vez más su culto, que, suspendido en 1625
por orden de Urbano VIII, fue después confirmado por Pío VI el 3 ag. 1792.
Fue canonizada por Pío XI el 22 jun. 1930 (cfr. AAS XXII, 1930, 371-380).
Su fiesta se celebra el 5 de abril.
BIBL.: B. Pou, De vita
augustinianae virginis b. Catharinae Thomasiae libri VI, Roma 1797; A.
THOMAS, Vita di Santa Catalina Thomas, Roma 1930; A. M. ALCOVER, Santa
Catalina Thomás, Valencia 1930; N. DEL RE, Caterina Thomás, en Bibl. Sanct.
3,1047-1048.
NICCOLÒ DEL RE.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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