Sala situada en el piso alto de la casa donde Cristo celebró la última
Cena (v. CENA DEL SEÑOR); del latín coenaculum; en griego anogeon,
anágaion mega o hiperoon, que indican sala superior con distintos matices;
en árabe `uliyya, que significa lo mismo; la traducción hebrea es tardía y
tiene el mismo sentido: `aliyyáh.
En la Biblia. La primera mención del C. en Mc 14,12-16 y Le 22,11-13
(cfr. Mt 26,17-19), describe la forma un tanto extraña de encomendar
Cristo a S. Pedro y S. Juan la preparación de la cena pascual: «ld a la
ciudad; encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle, y
donde entre decid al propietario... » Los autores difieren en sus
explicaciones; mientras unos piensan que el propietario era un desconocido
de los discípulos, otros piensan que era conocido, pero que Cristo no
quiso dar su nombre para que judas no pudiera denunciarle antes de hora.
Los evangelistas describen la Cena del Señor (v.), con la institución de
la Eucaristía (v.), lavatorio de pies y sermón de despedida en el C. (Mc
14,17-31; Mt 26,20-35; Le 22,14-38; lo 13-17). Por las indicaciones de
estos relatos la sala era grande, poseía un triclinio y dependencias para
preparar la cena pascual con independencia del resto de la vivienda.
Después de la muerte de Cristo, los Apóstoles se refugian en el C.
como sitio seguro (Me 16,14-18; Le 24,33-49; lo 20,19.26). Al regresar del
Monte de los Olivos, después de la Ascensión (v.), y para cumplir la
última indicación de Cristo, los Apóstoles se volvieron a reunir en el C.,
con María, la madre de Jesús, los hermanos (v.) del Señor y alguna mujeres
(Act. 1,4-5.13-14). En el C. fue elegido S. Matías (v.) para ocupar el
puesto de Judas (Act 1,26). Allí recibieron el Espíritu Santo (Act 2,1-4;
v. PENTECOSTÉS I), y a partir de ese momento el C. se convirtió en el
centro vital de la nueva comunidad: reuniones litúrgicas o «fracción del
pan» (Act 2.42), aunque no exclusivamente (Act 2,46). En Act 12,12 y 17 se
distingue entre la casa de María, madre de Juan, y la residencia de
Santiago y los hermanos, que era el C. No sabemos, pero es probable, que
el conc. de Jerusalén (v.), se celebrara en el C.
Historia y arqueología. Dada la transcendencia del C. como lugar de
la institución del sacrificio y sacramento de la Eucaristía, y de la
fundación de la Iglesia con la venida del Espíritu Santo, es lógico que la
tradición eclesiástica haya conservado escrupulosamente su memoria.
S. Epifanio (v.), a fines -del S. IV, es quien, de manera más
explícita, conserva la tradición del C.: afirma que el emperador Adriano
(v.), ca. el 134, halló en medio de las ruinas de Jerusalén una pequeña
iglesia en el lugar en que los discípulos se reunieron después de la
Ascensión. S. Epifanio la denomina con el término griego hyperoon y la
sitúa en el Monte Sión, en la proXImidad de las siete sinagogas. Esta
ubicación coincide con una breve indicación del historiador Eusebio en el
siglo anterior. Comoquiera que ya desde los tiempos apostólicos fue
siempre utilizada esta iglesia, excepto cuando en el a. 70 los cristianos
huyeron a Pela por corto espacio de tiempo, es prácticamente imposible que
se perdiera su exacta ubicación. Una cierta confusión introducen algunos
relatos antiguos que se designan con el nombre de Sión a la basílica que
englobaba el C.; pero las descripciones de Eteria (ca. 385; v.), entre
otras, no dejan lugar a dudas sobre la identificación de Sión con el C.:
«...Dominus in eodem loco, ubi ipsa ecclesia nunc in Syon est, clausis
ostiis ingressus est...» Esta basílica está unida al nombre del obispo
Juan II (386-417) y sucedió a la pequeña «iglesia superior de los
Apóstoles» de la que habla S. Cirilo de Jerusalén en su Catequesis (13,4:
PG 33,924) del a. 347.
La basílica de Sión ha sido hipotéticamente reconstruida con las
descripciones antiguas, especialmente el texto armenio y la
reinterpretación de los restos arqueológicos, por L. H. Vincent y Renard.
La basílica, que medía unos 58 por 37 m., estaba prácticamente orientada,
aunque su ábside no ha podido ser hallado por encontrarse en terrenos
cementeriales. Constaba de cinco naves, lo mismo que la Anástasis (v.
SEPULCRO, SANTO) y la basílica de la Natividad (v. BELÉN), incluyendo
hacia el sur el edificio del C., o sus restos. También los textos antiguos
hablan de una parte de la nave en la que se conmemoraba la Dormición de S.
María. La basílica de Sión, de forma parecida a las otras iglesias
constantinianas de Palestina (v. PALESTINA II; JERUSALÉN v), debió incluir
todo el solar de la casa en la que se halló eJ C. y la habitación en que
expiró María. Pero la necesidad de su orientación impuso un problema al
arquitecto. Vincent cree que eJ C. se hallaba dentro de la basílica
cortando hacia el E las dos naves meridionales; Renard, y E. Power, creen
que se encontraba en un anejo al sur de la basílica. Según esta opinión,
el lugar de la Dormición de María sería otro anejo al NO de la iglesia y
no tan lejano como afirma Vincent. Algunos textos literarios, como la S.
Helenae et Constantini Vita, parecen favorables a la reconstrucción de
Renard. Pero las hipótesis carecen de sólidos argumentos, ya que la
arqueología poco ha podido decir a este propósito.
Esta iglesia, que incluía de alguna manera el C., gozó de
prosperidad hasta la conquista de Jerusalén por los persas en el 614.
Además de los recuerdos del C. conservaba preciadísimas reliquias, como el
cáliz de la Cena, la columna de la flagelación, etc. Algunos peregrinos
nos hablan de su decoración, especialmente de sus pinturas que reproducían
los misterios allí ocurridos. Incendiada por los persas, fue pobremente
reconstruida por Modesto, quien cambió algunos aspectos, como el acceso,
que se hace por O, y la colocación de la columna de la flagelación. De
nuevo incendiada y dañada por los musulmanes en el 966, fue una vez más
restaurada, aunque más pobremente aún. Los cruzados en 1099 la hallaron de
nuevo en ruinas y se apresuraron a construir una iglesia románico-gótica,
que fue regentada por canónigos regulares de S. Agustín. Fue dedicada a S.
María del Monte Sión, cuya celda estaba en el ángulo NO, separada por una
reja de hierro; un mosaico representaba la escena de la Dormición. En el
ángulo SE se hallaba el otro santuario, el C., con sus dos pisos unidos
por una escalera de 30 peldaños. La capilla superior estaba dividida por
una serie de columnas en dos naves en dirección E-O; en su extremo E
estaba el ábside; llamaba la atención de los peregrinos su decoración en
mosaicos y el suntuoso pavimento. La nave N estaba dedicada a la última
Cena, conservando la mesa reliquia de la misma y un mosaico que la
representaba. La nave S estaba dedicada, con el ábside, a la Venida del
Espíritu Santo. Parece que el arquitecto se inspiró en la distribución del
Calvario (v.). La capilla inferior conservaba el recuerdo del Lavatorio de
Pies y de las apariciones de Cristo resucitado en Galilea.
Reconquistada Jerusalén por Saladino en 1187, la basílica no sufrió,
pero en 1244 fue destruida por los juwárizmíes. Los franciscanos
obtuvieron del sultán la basílica en 1335-37, y compraron los terrenos que
ésta había ocupado; reconstruyeron el C., no la basílica, y al S del mismo
edificaron un modesto convento. La estancia de los franciscanos fue
difícil y breve. En 1524 fueron expulsados bajo pretexto de que el C. se
hallaba sobre la tumba de David y era, por tanto, lugar santo musulmán; la
localización de Benjamín de Tudela fue la causa de esta expulsión. El C.
fue convertido en mezquita hasta nuestros días; recientemente las
autoridades israelitas han suprimido el culto en la que hoy es sinagoga de
la Tumba de David.
Estado actual del Cenáculo. El piso superior de la mezquita está
fundamentalmente formado por un rectángulo de unos 15 por 9 m. en
dirección O-E. Las bóvedas que lo cubren descansan en los muros y sobre
tres sólidas y bajas columnas que lo dividen en dos naves. Las bóvedas son
de arista y los capiteles de las columnas son distintos y sencillos.
Pueden apreciarse dos etapas de construcción que corresponden seguramente
a los trabajos de cruzados y franciscanos respectivamente. Los elementos
de la mezquita son totalmente postizos. Últimamente los israelitas han
limpiado parcialmente el C.
BIBL.: E. POWER, Cénacle, en DB (Suppl.)
I, 1064-1084; A. ARCE, Cenáculo, en Ene. Bibl. II,277-283; D. BALDI,
Enchiridion Locorum Sanctorum, 2 ed. Jerusalén 1955, 471-531; L. H.
VINCENT-F. M. ABEL, Jérusalem Nouvelle, II, París 1926, 421-481; L.
LEMMENS, Die Franaiskaner aul dem Sion, 2 ed. Münster 1925; S. EPIFANIO,
De Mensuris et ponderibus, 14: PG 43,260-261; ETERIA, Peregrinatio, en H.
GEYER, Itinera Hierosolimitana, Viena 1898.
V. VILAR HUESO.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp,
1991
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