ISMAEL
Hijo de Abraham (v.) y de Agar. Su nombre Yisma'el, «Dios escucha», es
interpretado como respuesta de Dios a la aflicción de su madre (Gen 16,11). Como
nombre de persona es corriente entre los semitas (2 Reg 25,23.25). En el caso es
epónimo de los ismaelitas, una tribu seminómada del sur de Canaán (v.).
Sobre I. hay en la Biblia dos relatos, dos versiones de la misma
tradición, que habla de la expulsión de Agar con su hijo hacia el desierto de
Pá'rán (Gen 16 y 21). En su forma actual la tradición es inseparable, como lo es
I., de la historia de Abraham. Habla de las descendencia del patriarca y de la
relación étnica y geográfica entre su clan y el de I. Agar es en esos relatos
una esclava egipcia, propiedad de la familia de Abraham; su condición se
dignifica, a raíz de la esterilidad de Sara, pues según la ley común
mesopotámica, vigente en Canaán, la esposa puede dar por la esclava un hijo a su
marido. Así sucede con las esclavas de Lia y Raquel (Gen 30,1-13). Pero, según
el relato, Agar retiene para sí el honor de la maternidad y desprecia a su
señora; por ello es de nuevo degradada y tiene que irse al desierto. En las dos
versiones de la huida hay los mismos elementos esenciales, con variantes
significativas, en conformidad con el genio de la historia yahwista (Gen 16) y
de la elohísta (Gen 21); actualmente aparecen como complementarias. En la
primera, 1. no ha nacido todavía, y Agar vuelve al clan de Abraham. En la
segunda, la huida es con I., por intervención de Abraham, que tiene ya hijo de
Sara (v. ISAAC). La caracterización es diversa; allí Agar es agresiva,
desafiante y autónoma; Abraham pacífico, inactivo; Sara celosa; aquí, Agar
pasiva, inocente; Abraham decidido a la acción.
En el relato elohísta los personajes presentan menos aristas personales;
se da más realce a la acción de Dios; con todo, aun sin suprimir la actividad de
los personajes, el factor teológico domina en los dos relatos. Dios ordena los
acontecimientos; Él o su ángel se dirigen a Agar y a Abraham. El «ángel de
Yahwéh» (V. ÁNGELES ii) no es en los textos antiguos un ser distinto de Dios: es
Dios velado en esa figura (Gen 16,7 ss.; 21,17; 22,11; Ex 3,2; 14,19). Agar da a
la figura que se le presenta el título de El-ro'i, «Dios de la visión» (Gen
16,13); Dios habla por su ángel como por su doble. En los relatos actuales se
pasa del doble al directo sin distinción alguna. Sólo más tarde se hizo la
distinción entre Dios y el ángel, el mensajero bueno, inteligente y bello.
El relato yahwista, más familiar con los lugares, hace la etiología del
santuario de Lahay Ro'i, «al viviente que me ve» (Gen 16,14), conocido también
en las tradiciones de Isaac (Gen 24,62; 25,11). Fue un santuario importante,
centro espiritual de los ismaelitas y del clan de Isaac en el desierto de Cades.
El elohísta, del lejano norte, ignora el nombre del lugar. El oráculo de Gen
16,10-12, aparte su interés teológico (providencia con Agar, destino del niño
que va a nacer), caracteriza a I.: «Será un onagro de hombre, su mano contra
todos y la mano de todos contra él, y habitará enfrente de todos sus hermanos»
(Gen 16, 14; cfr. 25,18).
Con esos trazos, más que de l., se hace el diseño de la tribu nómada que
vive en el desierto de Pa'rán: gente libre, como el asno salvaje (Iob 39,5-8),
incómoda para los que han de tratar con ella. La tradición explica su relación
étnica y geográfica con los clanes hebreos que moran en el sur: parentesco y
antagonismo visualizados en los antepasados respectivos. Se acusa el contraste,
con rasgos de privilegio para los herederos del patriarca.
La tradición conoce el aspecto comerciante de los ismaelitas, portadores
de mercancías de una a otra región (Gen 37,25 ss.; 39,1). Cuando esa tribu
desaparece, el nombre se extiende a gentes de otros clanes (2 Sam 17,15; 1 Par
27,30); la genealogía sacerdotal lo aplica a tribus de Arabia del norte (Gen
25,13 ss.). En Idc 8,24 se les identifica con los madianitas (v.), que viven en
esa misma región. El nombre de Agar se perpetúa en otro grupo, que quizá nada
tenga que ver con ella: los hagri'i'na o agarenos (1 Par 5,10.18 ss.; 11,38; Ps
83,7; Bar 3,23).
El sentido de las tradiciones de I. es, pues, complejo. Se superponen en
ellas estratos que miran a I., a los ismaelitas y, finalmente, a Abraham. Se
plasma en ellas postulados sociológicos y teológicos, que interesan a los
descendientes. Con ello las figuras se enriquecen, tensas de trasfondo. En el
contexto de la historia de Abraham el episodio de I. crea tensión y ejerce
efecto retardante en punto a la promesa de descendencia. Parece que va a
resolver el problema de la mujer estéril y apaciguar la ansiedad del patriarca,
en cuanto único hijo posible y, por tanto, heredero. Abraham, según expresa el
historiador sacerdotal, se conforma con él (Gen 17,18). Pero, aunque sea por vía
complicada, se presenta el heredero «elegido», que desplaza a 1. El relato deja
que los hechos hablen por sí mismos; pero en el momento oportuno se insinúa la
intervención de Dios que guía la historia. 1. es, de algún modo, víctima del
punto de vista israelita.
El Corán (v.) polemiza con los hebreos, a raíz de esa discriminación con
el hijo del patriarca. Pero todo el episodio entra en la historia de Abraham
funcionalmente. Por eso, aunque el relator muestre simpatía por 1. y por Agar y
les haga objeto de bendición divina, les deja al margen de la tierra de
elección, allí en donde Israel conoce a los ismaelitas. Así sucede con Esaú y
los edomitas (Gen 25,23 ss.; 27; v. IDVMEA) y con los hijos de Lot, otros tantos
pueblos con sus historias propias. El escritor sacerdotal ata los cabos de la
«biografía» de I., refiriendo los años de su vida, su muerte y su continuidad en
12 pueblos (tribus) que nacerán de él (Gen 17,20; 25,16). Le ve como padre de
los árabes y así le llaman éstos. Por él entroncan con Abraham.
S. Pablo (Gal 4,22 s.) hace una alegoría de las dos maternidades y
correspondientes filiaciones de Sara y Agar, la libre y la esclava, para
simbolizar los dos Testamentos: el de los hijos de la Ley y el de los de la
promesa. Los llamados en esta alegoría «hijos de la Ley» son, en realidad, en la
historia veterotestamentaria los hijos de la libre y los herederos de las
promesas de Abraham. Las figuras se dejan adaptar en función de los postulados
teológicos, lo mismo en un caso que en el otro.
BIBL.: 1. A. G. LARRAYA, Ismael, en Ene. Bibl. IV,248-252; G. STAND, Ismaele, en Enciclopedia Caltolica, VII, Ciudad del Vaticano 1951, 301-302; E. DHORME, Abraham dans le cadre de 1'histoire (Recueil Dhorme), París 1951, 270 ss.; A. CLAMER, La Genése, en La Sainte Bible, I, París 1953, 268 ss. y 304 ss.
A. GONZÁLEZ NÚÑEZ.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991