Odín |
La familia de los Volsung fue particularmente favorecida por el dios. Su fundador Sigi era considerado como uno de sus hijos. Con su protección conquistó un reino. Su hijo Reriz acudió a O. para lograr descendencia de su esposa; el dios le envió una manzana, que hizo que la mujer diera a luz a Volsung, quien llegó a ser un terrible guerrero. Hijo de Volsung fue el famoso Sigmundo, a quien sucedió que encontrándose un día junto con otros guerreros en una gran sala sostenida por un grueso tronco, entró un hombre corpulento, desconocido y tuerto, que clavó una espada en el tronco y dijo que la espada era para el que la sacase; la que sólo pudo hacer Sigmundo, quien con esta espada divina alcanzó innumerables victorias; hasta que un día el dios O., bajo la forma de un tuerto, cubierto con sombrero y capa, le partió la espada al tocarla con su lanza, la que indicaba que el favorito tenía que morir. Sigmundo rechazó los servicios de su esposa y le encargó que conservase los dos trozos de la espada, que, reconstruida, dio nuevas victorias al hijo Sigurdo. Otras leyendas celebran los amores de O., quien logró sus conocimientos preguntando a todo el mundo. Su más famoso consejero fue el genio acuático Mimir. Uno de los episodios más famosos de su vida es su voluntario sacrificio y su resurrección: herido por su lanza permaneció colgado por espacio de nueve noches de las ramas del árbol del mundo, el fresno Yggdrasil. En vano esperó el dios que se le diera de comer y beber, hasta que observó debajo de él unos signos rúnicos; al acercárselos se sintió liberado por su poder mágico. Descendió al suelo y recobró la juventud. BIBL. : R. L. M. DEROLEZ, Les dieux et la religion des germains, París 1962, 70-91; G. DUMÉZIL, Les dieux des germains, París 1959, 40-77. J. M. BLÁZQUEZ MARTÍNEZ Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991 |