OLEGARIO, SAN
Arzobispo de Tarragona del s. XII.
Olegario (en catalán Olaguer) n., probablemente, en Barcelona ca. 1060 (de
esta iglesia era canónigo a los 10 años de edad); clérigo en 1087 (la primera
fecha segura que conocemos); diácono en 1089; sacerdote alrededor de 1095; poco
después se hace canónigo regular de S. Agustín, en San Adrián del Besós, para
ingresar luego en la Colegiata de San Rufo de Aviñón (Provenza), donde ca. 1114
aparece como prior. En 1116 obtuvo la mitra de Barcelona, siendo consagrado por
el cardenal legado Bosón, en la catedral de Magalona (Provenza), bajo Pascual II.
En 1117 O. fue a Roma y prestó obediencia al papa Gelasio II. De paso por
Narbona, sede metropolitana de la que dependían los territorios reconquistados
de la Marca Hispánica, se ocupó de la restauración del arzobispado de Tarragona.
A petición de la Casa condal de Barcelona, es promovido a arzobispo de
Tarragona, sin perder por ello la mitra barcelonesa y recibiendo además, como
administrador eclesiástico, los territorios de la todavía no restaurada diócesis
de Tortosa. El Papa le confirió el pallium. El nuevo metropolitano ca- talán
tomó parte en numerosos sínodos: Tolosa y Reims (1119), presidido este último
por el papa Calixto II; Lateranense II (ecuménico) en 1123; Clermont en 1130,
bajo Inocencio II. En 1123 Calixto II lo nombró legado a latere para la cruzada
de Hispania y el prelado participó en la recuperación de las tierras de Lérida y
Tortosa. Asistió al conde Ramón Berenguer III en su agonía (1131). Murió el 6
mar. 1137, fecha que es también la de su fiesta. Fue enterrado en el claustro de
la catedral de Barcelona; más tarde fue trasladado al interior de la basílica.
El rey Pedro II postuló, en 1281, la canonización de O.; sin embargo, el
reconocimiento de su culto no se obtuvo hasta el año 1675, después de varios
procesos.
Orderico Vital, tratando del Conc. de Reims, en el que intervino O., lo
describe así: «El último día del concilio, el obispo de Barcelona, de mediano
cuerpo y macilento, pero insigne por su devoción, elocuencia y religiosidad,
pronunció un discurso sutil y profundo acerca de la dignidad real y sacerdotal,
seguido con suma avidez por todos cuantos pudieron oírle». La importancia de la
gran personalidad de O. reside sobre todo en la reorganzación de la provincia
eclesiástica catalana, hecha independiente de Narbona, y en su política
eclesiástica en general, particularmente por lo que respecta a las relaciones
entre la Iglesia y el poder civil, la Casa condal de Barcelona, con la que el
santo obispo supo mantener óptimas relaciones. Fomentó la vida religiosa de
Cataluña, valiéndose especialmente de los canónigos regulares de S. Agustín.
Solamente han llegado hasta nosotros tres escritos de O.: un sermón de
Adviento, una carta al papa Inocencio II y otra a su amigo y colaborador el
obispo Ramón de Vic.
BIBL. : La fuente principal es la Vita escrita por RENALLO DE BARCELONA: cfr. M. DÍAZ y DÍAZ, lndex Scriptorum Latinorum Medii Aevi Hispanorum, Madrid 1959, 924. Sobre los tres mencionados escritos de O., véase ib, 909-911; Biblioteca hagiographica Latina, Bruselas 1898-1901, 6330-32; Flórez, XXX,116-129; XXIX,240-277; Acta Sanct. Martii, 1,481-498; S. PUIG y PUIG, Episcopologio de la sede barcinonense, Barcelona 1929, 133-153; J. RIUS SERRA, Los procesos de canonización d~ S. Olegario, «Analecta Sacra Tarraconensia», 31 (1958) 37-64.
ALEJANDRO OLIVAR
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991