PEDRO CANISIO, SAN
Jesuita del s. XVI. Doctor de la Iglesia y segundo apóstol de Alemania. Su
figura es inseparable de la restauración católica de Alemania. N. en Nimega
(Holanda) el 8 mayo 1521 y m. en Friburgo (Suiza) el 21 dic. 1597.
Formación. El 18 en. 1536 Peter Kanis (luego lo cambiaría a Canisio) se
matriculó en la Universidad de Colonia. Y el 25 mayo 1540, después de estudiar
también dos años de Derecho en Colonia y Lovaina, consiguió en aquella
Universidad el título de Maestro en Artes. Para entonces había comenzado ya a
sentir unas fuertes llamadas interiores de Dios, cuyo primer fruto fue el voto
de castidad que hizo en Colonia el 25 feb. 1540. Ciertos impulsos interiores le
encaminaban, según sus propias Confesiones, a una nueva Orden clerical en la que
él tenía que alistarse. Al oír que Pedro Fabro, discípulo de S. Ignacio de
Loyola (v.), se encontraba en Maguncia, se dirigió allí en la primavera de 1543.
Fabro lo recibió con dulzura y cordialidad y le dio el mes de Ejercicios
Espirituales. Tan transformado salió Canisio que el 8 mayo 1543, decidió entrar
en la Compañía de Jesús y comenzó inmediatamente el noviciado. Continuó sus
estudios de Teología y en la semana anterior a Pentecostés de 1546 recibió la
ordenación sacerdotal. Inmediatamente fue nombrado profesor y desarrolló a la
vez una gran actividad pastoral hasta que en feb. 1547 el card. Otto von
Truchsess, obispo de Augsburgo, lo envió como teólogo y procurador suyo al Conc.
de Trento (v.). Allí conoció a Laínez (v.) y Salmerón (v.), el primero de los
cuales ejerció una influencia decisiva sobre él.
Apóstol de Alemania. Por orden del Papa y a requerimiento del duque de
Baviera fue enviado a la Universidad de Ingolstadt juntamente con los PP.
Claudio Jayo y Alfonso Salmerón. Unos días antes de hacer su profesión solemne
(4 sept. 1549), estando en oración ante el sepulcro de los Apóstoles, donde
siglos antes S. Bonifacio (v.) había recibido la misión de evangelizar a
Alemania, tuvo la aparición del Salvador con su Corazón abierto que tanta
impresión le causó toda la vida. De paso para Alemania, recibió en Bolonia, con
sus dos compañeros, el doctorado en Teología (2 oct. 1549), y llegó a Ingolstadt
en el mes de noviembre. Entonces, comienza la carrera del restaurador del
catolicismo alemán. Fueron tantos sus viajes por tierras del Imperio, y aun
fuera de él, que difícilmente se puede concebir su inmensa labor como escritor,
que exige tanto asiento. Uno de los puntos claves de su obra de reforma fue la
enseñanza, ya que el mayor mal de Alemania era la ignorancia religiosa. Baviera
estaba en peligro grave de abandonar la fe católica. Su Univ. de Ingolstadt era
para los católicos lo que Wittenberg para los protestantes. Si Ingolstadt caía
en manos de los luteranos, la instrucción del clero alemán se perdía. El
protestante Drews considera el 13 nov. 1549 -fecha de la llegada de los jesuitas
a Ingolstadt- como un día memorable en la historia de la Universidad y de
Alemania. El 26 nov. 1549 tuvo P. C. la lección inaugural y después dio un curso
comentando el Libro de las Sentencias. Al año siguiente, fue elegido Rector de
la Universidad por común acuerdo del claustro (18 oct. 1550). En poco tiempo
alcanzó la Universidad un notable florecimiento.
Por mandato de julio III (v.) y del general de su Orden, P. C. abandonó
Ingolstadt (28 feb. 1552) para trasladarse a Viena. El Rey Fernando I (v.),
hermano de Carlos V, buscaba profesores para un colegio universitario de
reciente construcción. Allí también se preocupó P. C. de la Universidad, que
estaba en lamentable estado, especialmente la Facultad de Teología. Pronto se
ganó la estima del claustro, que lo nombró decano en octubre de 1553. A ruegos
de Fernando I abrió también otro colegio en Praga (8 jun. 1556), que se
transformó pronto en Universidad. Un día antes había sido nombrado Provincial
jesuita de Alemania Superior. Igual celo que en sus tareas anteriores, puso en
la renovación de las Univ. de Polonia y de Friburgo de Brisgovia. Pero quizá la
Universidad que más debió a P. C. fue la de Dilinga. Reconocida como tal, en
1552, con los privilegios de París y Bolonia, su fundador el card. Otto von
Truchsess quiso que la dirigiesen los jesuitas, cosa que se efectuó el 17 ag.
1564. Pronto se convirtió -la virtud del trabajo de P. C. y sus hermanos de
Orden- en un importante foco de renovación religiosa. Con la creación y reforma
de las universidades, se preocupó P. C. de la fundación de colegios y
seminarios, que tan poderoso influjo habían de ejercer en la restauración
católica de Alemania.
Publicaciones. Otra gran tarea había que emprender para la reeducación
cristiana del pueblo: la enseñanza de la doctrina cristiana a los niños. El
sabio profesor de Teología sabía encontrar tiempo para este importante
ministerio. Culminación de esta actividad fue la redacción de un Catecismo o
Summa Doctrinae Christianae que se publicó precedido de un edicto de Fernando I
(13 ag. 1554), por el que se imponía en todo el Imperio con exclusión de los
demás catecismos. Estaba destinado a ser manual en las Universidades. A este
catecismo siguió otro más breve para el pueblo (1556), que tuvo numerosas
ediciones. Y más tarde otro para las escuelas medias (1558). A la muerte del
autor, se habían hecho más de 200 ediciones en 15 lenguas (v. CATEQUESIS IV,
3c).
No fue menos notable su actividad como predicador. A ella atribuyen países
enteros el haber sido ganados para la fe católica. Pero no bastaba esto. Las
publicaciones protestantes necesitaban una réplica proporcionada. Y allí estaba
C. como escritor y como teólogo. Personalmente dio a la imprenta más de 30
publicaciones. Entre ellas destaca Commentariorum de verbi Dei corruptelis
(Comentarios a las alteraciones de la palabra de Dios), cuyo primer tomo
apareció en Dilinga 1571, y el segundo en Ingolstadt 1577 y fueron la primera
refutación a las Centurias (v.) de Magdeburgo, que habían de continuar Baronio
(v.) y Belarmino (v.). En esta obra demuestra P. C. dominio de la Sagrada
Escritura, vasta erudición patrística y teológica, y gran conocimiento de la
literatura protestante. En el segundo tomo, dedicado a la Virgen, es el primer
teólogo que trata la mariología de una manera amplia y sistemática. Y aunque hoy
está ya superado; puede considerarse ese tratado, a juicio de Scheeben, como
«una apología clásica de toda la doctrina católica sobre María».
Su correspondencia epistolar, editada magníficamente en ocho volúmenes, es
un monumento literario e histórico de primer orden.
De carácter autobiográfico son las Confessiones, calcadas sobre el modelo
de las de S. Agustín y el Testamentum o testamento espiritual: dos escritos de
singular importancia para reconstruir muchos puntos de la trama de su vida
interior.
Su papel en la Contrarreforma (v.). Su acción frente a los protestantes
(v.) se desarrolló primero en la Dieta de Ratisbona de 1556, a la que asistió
invitado por el rey Fernando I; luego en el Coloquio de Worms (11 nov. 1557), en
el que fue uno de los seis oradores oficiales de la parte católica; en la Dieta
polaca de Petrikau (1558), acompañando al legado pontificio, Camilo Mentuati; en
la Dieta de Augsburgo, abierta el 3 mar. 1559, donde los Estados católicos
declararon unánimemente su misión al Conc. Ecuménico; en la tercera convocatoria
de Trento, adonde llegó el 14 mayo 1562 e intervino en la discusión sobre la
comunión bajo las dos especies, que él como experimento y con limitaciones no
tenía dificultad en conceder; y, por fin, fue encargado por Pío IV (v.), como
Nuncio pontificio secreto, de entregar los decretos del Concilio a los obispos
alemanes y a los príncipes laicos del Imperio y de inducirlos a su aceptación y
aplicación. Para disimular el nombramiento secreto, S. Francisco de Borja (v.),
general de la Orden, jo nombró Visitador de la Compañía de Jesús en Alemania. El
historiador protestante Aretin atribuye gran parte de los éxitos obtenidos en la
Dieta de Augsburgo de 1566 a la labor silenciosa de Canisio. Los últimos años de
su vida, llenos de achaques, los pasó en Friburgo de Suiza, donde, por encargo
de Gregorio XIII (v.), fundó un colegio. En él descansó santamente, mientras
renacía en Alemania la primavera espiritual que él tanto había promovido. En la
iglesia aneja de San Miguel se guardan sus restos. El mejor retrato suyo es un
grabado de Domingo Custos.
León XIII, al celebrar el tercer centenario de su muerte, lo calificó de «hominem
sanctissimum, alterum post Bonifacium Germaniae apostolum» (hombre santo y
segundo apóstol de Alemania después de S. Bonifacio). Viviendo una intensa vida
interior, recibía de su unión con Dios la fuerza de su actividad y la intención
indeclinable de su servicio y gloria. Fue beatificado el 20 nov. 1864 y
canonizado el 21 mayo 1925. Y en la misma fecha fue proclamado Doctor de la
Iglesia. Su fiesta se celebra el 21 de diciembre (hasta 1969 el 27 de abril).
V. t.: CONTRARREFORMA.
BIBL.: Beati Canisii Societatis /esu Epistulae et Acta, ed. O. BRAUNSBERGER S. J., Friburgo de Brisgovia 1896-1923, 8 vol., 7.550 págs. (Su editor dedicó más de 30 años a la investigación de esta obra, modelo en su género). Para las obras de Canisio v. Bibliothéque de la Compagnie de /ésus, 11 vol.; II,617-687; VIII,1974-1983, ed. SOMMERVOGEL, Bruselas 1890-1932; X. LE BACHELET, Canisius, DTC 11,1507-1537; J. METZLER, S. J., Sala Pedro Canisio, S. ]., segundo Apóstol de Alemania, trad. esp. J. BUJANDA, Madrid 1925; R. ALLENDE SALAZAR, S. Pedro Canisio, Sevilla 1925; J. BRODRICK, S. J., Saint Peter Canisius, S. /., 1521-97, Londres 1935 (la mejor biografía); B. SCHNEIDER, Pietro Canisio, en Bibl. Sanct. 10,798-814.
QUINTIN ALDEA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991