Pneumatómacos
Se conoce con este nombre a los propugnadores de una
herejía trinitaria, de finales del s. Iv y principios del s. v, que negaba la
divinidad del Espíritu Santo (v.). De ahí les viene el nombre de p., o sea,
«guerreadores contra el Espíritu»; son conocidos también como «macedonianos» de
Macedonia (v.), patriarca de Constantinopla, y «maratonianos», por Maratonio,
obispo de Nicomedia.
Esta herejía, afín y derivada del arrianismo (v. ARRIO), es propagada por
Oriente unos años después del Conc. de Nicea (a. 325). Afirma que el Espíritu
Santo es una mera criatura, un ángel más de los que sirven a Dios y que sólo se
diferencia de los otros en que tiene mayor grado de perfección. S. Atanasio (v.)
descubre a los nuevos herejes y les llama «tropicistas», pues interpretaban con
tropos o metáforas los pasajes de la S. E. contrarios a sus opiniones.
Consideraban a la tercera persona de la Stma. Trinidad como subordinada al Padre
y al Hijo, o más bien como una criatura del Hijo. Estas ideas se difundieron
entre los semiarrianos (v.), tanto los rígidos como los más transigentes, ya que
se acoplaban a lo que ellos decían acerca del Hijo, en quien no reconocían más
que una criatura semejante al Padre.
Se les condena en el sínodo de Antioquía del a. 362, pero ello no impide que se
extiendan por el Asia Menor y en Constantinopla. Se pone al frente del grupo el
patriarca de esta ciudad, Macedonio, que unos años antes había sido arrojado de
su sede por los arrianos rígidos o anomeos. Éste daría forma definitiva a la
nueva herejía y pronto se le unen otras figuras como Eustacio de Sebaste, que
pretendía una vía media en que el Espíritu Santo no fuera considerado ni como
Dios ni como creatura, Eleusio de Cizico, Marciano de Lampsaco y el ya citado
Maratonio de Nicomedia.
La reacción católica no se hace esperar. En 375 soncondenados los herejes en un
sínodo de lliria; escriben contra ellos S. Basilio, S. Epifanio, S. Gregorio
Nacianceno y Anfiloquio de Iconio. Cuando llega a Roma la noticia del nuevo
error, es anatematizado en varios sínodos y de una manera especial por el papa
S. Dámaso (v.) en una carta escrita ca. 374 (Denz.Sch. 147).
La condenación más importante le iba a venir del II Concilio ecuménico, tenido
en Constantinopla el a. 381. En él 150 Padres, después de la secesión de 36
obispos macedonianos, condenaron la herejía de los «semiarrianos o pneumatómacos»,
adoptando con leves modificaciones el símbolo bautismal, que por el 374 había
recomendado S. Epifanio de Chipre en su obra Ancoratus. En los dos primeros
artículos conciliares, que hablan de Dios Padre y del Hijo, se reproduce casi a
la letra el símbolo niceno, mientras en el tercero, a la primera fórmula «y
creemos en el Espíritu Santo», se le añadieron los términos antipneumatómacos:
«Señor y vivificador, que procede del Padre y del Hijo y que con el Padre y con
el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas» (Denz.Sch.
150). El Conc. romano del a. 382 reitera la condena (Denz.Sch. 156, 168-177).
Vanos fueron los esfuerzos que se llevaron a cabo para convertir a los p. El
emperador Teodosio llegó a castigarlos con penas civiles. Se les combate con
escritos, pero todavía conservaban sus iglesias en Constantinopla y en otros
lugares a principios del s. v. El mismo Nestorio (v.) lucha contra ellos en el
a. 428, y S. Cirilo de Alejandría (v.) rebate sus doctrinas en su obra De Sancta
et consubstantiali Trinitate Dialogi (PG 75,657 ss.).
V. t.: ESPÍRITU SANTO; TRINIDAD.
F. MARTÍN HERNÁNDEZ.
BIBL.: M. JUGIE, De Processione Spiritus Sancti ex
fontibus Reaelationis et secundum Orientales dissidentes, Roma 1936; J. TIXERONT,
Histoire des dogmes dans t'antiquité chrétienne, II, París 1930; J. GRIBOMONT,
Makedonianismus, en LTK 6,131314; G. BARDY, Macedonius et les macédoniens, en
DTC 9,1464-78.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991