SIMÓN EL MAGO
Mago samaritano, contemporáneo de los Apóstoles y propagador del gnosticismo.
El relato de los Hechos de los Apóstoles. Entre los convertidos por el
diácono Felipe (v.) en Samaria estaba un hombre llamado Simón, mago, que tenía
embelesados a los habitantes de la región con sus artes y doctrinas.
Considerándole «algo grande» le llamaban «la fuerza de Dios». Bautizado,
perseveraba junto a Felipe viendo las señales que hacía (Act 8,4-14). La palabra
mago puede indicar toda clase de prácticas mágicas: magia vulgar; encantaciones,
sortilegios, nigromancia o astrología; todas ellas comunes en el imperio romano.
A veces se emplea como sinónimo de sabio, conocedor de la naturaleza o astrólogo
(Mt 2,1).
Los Apóstoles Pedro y Juan bajan a visitar a los neoconversos y al
imponerles las manos, reciben el Espíritu Santo con los carismas especiales que
solían acompañar. Simón, admirado de la actuación de los Apóstoles, les ofrece
dinero para comprar su poder. Pedro le responde duramente: «Tu dinero para tu
perdición, pues pensaste que el de Dios se puede comprar; no tienes parte en
eso». Simón, aterrado por la imprecación, pide que rueguen por él para evitar el
castigo (Act 8,14-24). Derivado de S., en adelante se llamará simonía (v.) al
pecadode querer comprar las cosas espirituales y los dones de Dios por dinero.
El códice D o recensión occidental añade que S. lloró largo tiempo su pecado, lo
que da la impresión de una conversión sincera; cosa no muy de acuerdo con la
literatura posterior sobre él.
Simón en la literatura posterior. El primero en hablar de S. es su paisano
San Justino mártir, nacido a principio del s. 11 en la actual Naplusa, distante
sólo 10 Km. de la aldea natal de Simón (1a Apología, 26,1-3; 56,2-3: PG
6,368,413; Dial. con Triphon, 120: PG 6,753). Su testimonio es, pues, de
consideración, aunque hay en él un malentendido. Dice que S. nació en Gittón,
aldea samaritana, y que a causa de ciertos prodigios mágicos, obrados con ayuda
del diablo en Roma, fue reconocido como Dios, por lo que el pueblo romano le
dedicó una estatua en la Isla tiberina con la inscripción: Simoni Deo Sancto, y
pide al Senado que la estatua sea destruida. Pero Justino leyó mal la
inscripción, que en realidad decía Semoni Sanco deo lidio, según una lápida
aparecida en 1574; Semo Sanco era la divinidad sabina de los juramentos.
De su actividad en Samaría dice: casi todos le confesaban como el primer
dios y le adoraban; en su actividad iba acompañado de una tal Elena, prostituta
de Tiro, librada por él, que decía ser su primera Idea, a través de la cual
habría creado él los demás seres. Ireneo (Adv. Haer., 1,23,2: PG 7,671-672)
amplía estos datos con una exposición de las teorías de Simón. Igualmente tratan
de él Clemente Alejandrino, Tertuliano, Orígenes, Eusebio, etcétera.
En unas excavaciones realizadas en Samaría en 1933 por M. Crowfoot en las
ruinas de un templo aparecieron dos bajorrelieves; dos conos coronados por una
estrella. Vincent ve en ellos a los dos Dióscoros y en el centro una diosa,
Elena, la hermana de Cástor y Pollux. El templo sería de los s. I-III y ello
confirmaría la presencia de la religión de la tríade en Samaría y la actividad
de S., en la que Elena juega un papel importante (H. Vincent, Le culte d'Héléne
á Samarie, «Rev. Biblique», 1936, 221-232). Si S. tenía relación con esto, cosa
que otros no admiten, su magia sería la astrología, usada en las prácticas de
este culto.
Ideas gnósticas de Simón el Mago. S. se llamaba a sí mismo el Poder
supremo, «Pater super omnia». Elena era su primer Pensamiento, por medio del
cual habría creado los ángeles. Éstos habían creado el mundo y habían obligado a
Elena a reencarnarse de mujer en mujer; fue la Elena de Troya y últimamente la
prostituta de Tiro. Simón se había encarnado para librarla, para que los hombres
puedan salvarse por ella. Él era quien se había encarnado como Hijo en Judea;
continuaba como Padre en Samaría y se presentaba como Espíritu Santo en el
mundo. San Jerónimo pone en él estas palabras: «Ego sum sermo Dei, ego sum
speciosus, ego Paracletus, ego omnipotens, ego omnia dei» (In Mth. 24,5: PL 26,
176).
Aunque sus seguidores ampliaron el sistema gnóstico, las bases del mismo
ya están en lo dicho: un ser supremo, una serie de seres o eones enlazando los
dos mundos y creando el mundo material, un elemento divino prisionero de la
materia, el docetismo (v.) (él había sufrido sólo aparentemente en Judea), etc.
(V. GNOSTICISMO).
Valoración. A la vista de lo expuesto ya es más fácil hacer una valoración
exacta. Cuando Felipe llega a Samaría, ya hacía tiempo que S. practicaba la
magia para afianzar sus doctrinas y ser considerado por sus paisanos. Por eso
las gentes, fuera de sí, le decían «La Fuerza de Dios, llamada Grande». No era,
pues, para ellos un mago vulgar, sino un ser superior, Dios o virtud divina
morando en él, según su doctrina. Samaría (v.), por su contacto con la
civilización helénica, era un terreno muy apropiado para estas prácticas
mágicas, así como para el sincretismo religioso de la doctrina de Simón.
Es muy difícil aceptar su conversión como sincera o real; ya los Santos
Padres le consideraron hipócrita. Si permanecía al lado de Felipe, sería
esperando poder sorprender los secretos del arte del que consideraba un mago más
hábil que él mismo. Al no poder descubrir el secreto de los Apóstoles, decide
comprárselo. Su petición de que rueguen por él no es por arrepentimiento, sino
por miedo ante la imprecación.
Simón Mago en la literatura apócrifa. Existen dos obras, Las Recogniciones
y Las Homilías pseudoclementinas, que parecen ser refundiciones de los apócrifos
Los Kerigmas y Los Hechos de Pedro (v. APÓCRIFOS BÍBLICOS II), que hablan de una
lucha entre S. y Pedro. Como estos escritos son ebionitas, Baur pensó que se
trataba de una representación de la lucha entre Pedro y Pablo, representado éste
por S., teoría sin fundamento y rechazada por todos. Otra leyenda habla de que
San Pedro y San Pablo fueron a Roma a contradecir a S. y que éste quiso elevarse
a las nubes en un carro de fuego, muriendo en la caída. Sus discípulos fueron
numerosos en los primeros siglos.
BIBL.: L. CERFAUX, La gnose simonienne, «Recherch. Scien. Relig.» 1925 y 1926 (varios artículos); J. RICCIOTTI Hechos de los Apóstoles, Barcelona 1957; J. RENTÉ, Actes des Apótres, París 1949; E. AMANN, Simon le Magicien, en DTC XIV,2130-2140; íD, Apocryphes du Nouveau Testament, en DB (Suppl.) 1,496-498 y 514-518; A. PENNA, Simón Mago, en Diccionario bíblico (dir. F. SPADAFORA), Barcelona 1968, 570-571; M. BALAGUÉ, Simón Mago, en Enc. Bibl. 6,706-707.
DANIEL DE SANTOS.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991